1. Sola en casa


    Fecha: 07/11/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    Estoy sola en casa, tendida en la cama y en compañía de mi novela ante las pocas opciones que ofrece la programación televisiva. Mi esposo estará varios días fuera por motivos laborales. A mí eso nunca me ha supuesto un hándicap, todo lo contrario, me gusta disfrutar de mi espacio y así desintoxicar la relación de la monotonía que se genera con los años. Desconozco si a mi esposo le ocurrirá lo mismo, y tampoco sé si me habrá sido infiel alguna vez en alguno de sus viajes. Yo nunca lo he sido, y eso que llevo en mi haber veinte años de matrimonio, que se dice pronto. Puedo decir, no obstante, que la relación es satisfactoria en casi todos los sentidos, y la verdad es que el ponerle los cuernos nunca ha entrado dentro de mis planes. Nuestras relaciones sexuales son satisfactorias, por tanto, una cana al aire no me ha llamado la atención, pero las cosas pueden cambiar en un plis plas.
    
    Tengo cincuenta años y no estoy en mi mejor momento físicamente, pero tampoco me quejo. La edad es la que es y una ya no puede aspirar a tener el cuerpo de una veinteañera, por mucho empeño que ponga, y menos después de haber dado a luz dos veces. En cualquier caso, mis curvas todavía están en su sitio, son sugerentes y también capaces de levantar pasiones en el sector masculino.
    
    Sin más preámbulos, paso a relatar mi experiencia.
    
    Como he dicho, estoy leyendo mi novela, y aunque no es una novela erótica, la descripción de una escena sexual entre sus protagonistas consigue excitarme, y ...
    ... sin darme cuenta mis dedos acarician mi pezón derecho, por lo que mi ardor se intensifica hasta el punto de que siento la necesidad imperiosa de masturbarme. No me cuesta demasiado deshacerme de los pantalones y rápidamente me encuentro con mi dedo maltratando mi clítoris, hasta que tengo que dejar el libro a un lado y centrarme en el placer que mi extremidad le está regalando a mi ávida raja. El movimiento se acelera y otros dos dedos se unen a la friega, de tal modo que mientras mi mano derecha se desliza una y otra vez por la empapada raja, el dedo corazón de la mano izquierda traza movimientos circulares en mi clítoris hasta que mi sexo empieza a convulsionar estallando en un placentero orgasmo que me deja inmóvil durante unos instantes. Me levanto de la cama y me siento en el bidet para lavarme, a continuación me pongo las bragas y me enchufo un cigarro. Sin saber exactamente para qué, enciendo el portátil y en una acción mecánica abro el programa de correo para ver si hay alguno nuevo, pero nada. Me meto en un chat en el que suelo entrar cuando estoy aburrida, sin más pretensión que la de distraerme.
    
    Normalmente me asaltan las ventanitas de privados con decenas de pretendientes con intenciones de todo tipo, principalmente deshonestas. Yo no suelo hacer demasiado caso cuando la gente es irrespetuosa, y elijo yo con quien hablo, pero pronto se me abre una ventana en primer plano y contemplo una imagen de los atributos de mi interlocutor y no doy crédito a lo que estoy ...
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