Sola en casa
Fecha: 07/11/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... pero parece que se retrasa y los treinta minutos se convierten en cuarenta y cinco hasta que oigo el timbre. Soy un manojo de nervios. Descuelgo el interfono y veo por el video portero como me sonríe. Le abro y espero detrás de la puerta a que suba los once pisos en el ascensor. Cuando se abre la puerta, mi corazón parece que se me va a salir del pecho. Me he puesto la mejor lencería que tengo y encima unas mallas con una camiseta que dibuja mis formas.
Nos damos la mano y un beso de bienvenida. Él me contempla de arriba abajo evaluando el botín. Me dice que estoy buenísima y yo le agradezco el cumplido. Le ofrezco un café para romper el hielo, intentado ser cortés, pero al parecer él tiene muy claro a qué ha venido y no es precisamente a tomar café. Nos sentamos en el sofá y su boca busca la mía sin más preámbulos. A pesar de su juventud, parece saber lo que hace. Es como si los papeles estuviesen invertidos. Debería ser yo la experimentada y él el aprendiz.
Su experta mano se apodera de una de mis tetas y empieza a magrearla y a sopesar la mercancía por debajo de la camiseta. Cuando parece haber comprobado por activa y por pasiva el tamaño y la consistencia de mis pechos, la mano baja en busca de otros tesoros, doy un respingo y exhalo un gemido al notar un dedo hundirse en mi mojado sexo. Parece que ha perdido la paciencia y también los modales. Me arranca literalmente las mallas y la camiseta, dejándome con mis diminutas braguitas y el sujetador por debajo de mis ...
... pechos. Me desnuda completamente y me tiene a su merced. Yo estoy muy cachonda y deseando que me abra en canal con esa tranca, pero sus intenciones son otras, de momento. Me tumba en el sofá y me abre las piernas, de tal modo que se queda un instante contemplando mi coño completamente abierto y ansioso, rezumando líquidos. El muchacho se arrodilla y se aplica a devorármelo. Ni siquiera sé cómo se llama, pienso que tampoco me importa. Lo que me importa en ese momento es el placer que me está dando repasando todos mis pliegues con su lengua. Me folla con ella, la pasea por el clítoris, después se desliza hasta el ano e incluso hace incursiones en él. Es una sensación nueva para mí, y desde luego, muy placentera.
Me impaciento y le pido que me folle de una vez.
—Menuda zorra estés hecha— me dice. Yo me quedo un tanto perpleja, pero a estas alturas me da un poco igual lo que diga. He sido sincera y lo que más deseo en esos momentos es que me parta en dos.
Se pone en pie y se dispone a desabrochar su pantalón. La joroba que se le marca le da un aspecto un tanto amorfo. Entre lo raquítico que está y el bulto que se le marca en la entrepierna parece un ser informe, pero me da igual. Quiero tocarlo y paseo mi mano a través de la protuberancia intentando calibrar su envergadura. Me ayudo con la otra mano y busco el botón del vaquero para desabotonarlo, a continuación desabrocho la cremallera y seguidamente le bajo el pantalón junto a sus gallumbos, soltando una soberbia verga ...