Sola en casa
Fecha: 07/11/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... observando. Me dispongo a cerrar dicha ventana, me pregunta si me gusta lo que veo, me dice también que si la quiero, es toda para mí. Yo no respondo, pero a continuación recibo una invitación para que acepte su cámara. Tras unos instantes de dudas, acepto la invitación, y veo un primer plano de un joven despatarrado frotándose una polla que en un primer momento no me parece real, sino una prótesis que se ha puesto ahí con la intención de impresionar, pero nada más lejos de la realidad.
Imagino que se ha percatado de mi cara de sorpresa ante sus atributos. Es un joven de veintitrés años, excesivamente delgado, diría que un poco raquítico. No es guapo, más bien, lo contrario. No me atrae en absoluto su morfología, pero él es consciente de cual es su talento, y yo también.
Su mano se mueve arriba y abajo del pilón de carne y mi coño empieza a segregar caldos sin contención alguna. El joven me pide que me desnude, pero no lo hago, a pesar de que me apetece. No estoy acostumbrada a semejante espontaneidad. Me pregunta si me gusta lo que veo y me veo obligada a decirle que sí. En ese punto, su ego es tan desmedido como su polla, por lo que el movimiento de su mano aumenta la cadencia mientras me observa. Vuelve a pedirme que me quite la ropa y entiendo que es lo justo. Me quito la camiseta y el sujetador y le muestro que mis tetas no han cedido todavía a la fuerza de la gravedad. Tengo los pezones duros y sensibles. Quiere follarme, me dice, y yo quiero que lo haga, le ...
... respondo. Entonces me pregunta dónde vivo para venir pegarme el polvo de mi vida. Me doy cuenta de que está hablando en serio, por el contrario, mis intenciones no apuntaban tan lejos, sino a masturbarnos mientras nos mirábamos.
—Dame tu dirección, no tardaré— me repite. Los dos estamos en un chat de la misma ciudad, por tanto, deduce que vivimos relativamente cerca. Yo no sé qué hacer. El muchacho podría ser mi hijo, y al margen de eso, nunca he hecho una locura de semejante calibre, pero es mi coño quien habla por mí, y sin pensar las consecuencias le doy mi dirección. A continuación se levanta, pasea la polla por la cámara y contemplo un primerísimo plano de la cabezota roja con una gota de précum dedicada a mí, seguidamente enfunda con mucho esfuerzo el mazacote en sus pantalones y me escribe:
—Dame media hora— y automáticamente en la ventana aparece un mensaje de “sin conexión”.
El corazón me va a mil. ¿Qué he hecho? Me digo.
Son las diez de la noche y normalmente mi marido me llama a las once para desearme las buenas noches. Es un detalle en el que caigo demasiado tarde. Quizás le diga que no me encuentro bien y me he acostado, con lo cual no tendré que dar demasiadas explicaciones. Empiezo a pensar también que el hecho de que venga el muchacho a mi casa puede acarrearme complicaciones. No le conozco de nada. ¿Por qué lo he hecho entonces? Me vuelvo a preguntar. También es mi coño quien responde la pregunta.
Después de lavarme y acicalarme espero su llegada, ...