Orgia en casa de la jefa
Fecha: 16/11/2021,
Categorías:
Intercambios
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... con un cuerpo de infarto. Ambos se percataron de nuestra llegada y el alemán le dedicó un gesto con la cabeza a mi mujer junto con una sonrisa de satisfacción y de triunfo. Mi mujer se convertiría en su presa y trofeo desde ese preciso momento. Los dos éramos conscientes de ello, sobre todo desde que Daniela nos hiciera la invitación con la petición expresa de Hanns que asistiésemos esta noche, la cuestión era qué precio estábamos dispuestos a pagar por aquello.
Proseguí observando al resto de la gente. Todas las parejas allí presentes tenían unos cuerpos de escándalo. Parecía una secuencia sacada de una peli porno donde la sensualidad y la excitación, pese a no haber comenzado lo bueno, era más que palpable. Entre todos aquellos invitados a los que a algunos conocía de vista y a la gran mayoría no tenía ni idea quienes eran, pude distinguir claramente a Helena. Ella se percató que le había visto, estaba charlando con otro tío, me miró y me dedicó una sonrisa como diciendo que se daba por enterada de mi presencia pero que de momento mantendríamos las distancias.
No sé por qué, pero sentí una punzada de celos. No me importaba que un ario alemán se follara a mi mujer durante toda la noche y sin embargo ver a Helena casi desnuda con su picardías negro hablando con otro tío, poniéndole caritas y sonrisas sexis, hizo que por primera vez en mucho tiempo me invadiera una sensación muy incómoda.
Me sacó de mi ensimismamiento la llegada de la última pareja, Daniela a modo de ...
... anfitriona, nos dio la bienvenida a todos y nos recordó las normas de la fiesta. Nos pidió que nos quitásemos la ropa que llevábamos a excepción de los ligueros para las chicas que quisieran dejárselos puestos, y dio por comenzada la fiesta.
Lo que ocurrió a partir de ese momento, sucedió todo muy rápido. Una vez que nos quitamos toda la ropa, la gente comenzó a moverse por la sala. Rápidamente vi como la rubia alemana se dirigió hacia mi mujer y cogiéndole del brazo se la llevó a su marido quien estaba esperando con una sonrisa de satisfacción al comprobar como su obediente mujer le llevaba su trofeo.
Mi mujer ni corta ni perezosa, rodeó con sus brazos por el cuello al alemán y comenzaron a morrearse de manera lasciva. Hanns le agarró con sus manazas del culo y comenzó a restregarse con ella. Me di cuenta que estaba empalmado, acomodó su polla entre ambos dejándola a la altura de sus estómagos. Mi mujer al llevar unos tacones de más de diez centímetros había ganado en altura, pero aun así le quedaba bastante para llegar a la misma altura de él.
Hanns continuaba sobando y recorriendo todo el cuerpo de Virginia sin parar de morrearle, subió desde su culo por las caderas y se dedicó a sobarle las tetas con ambas manos. A mi mujer se le pusieron los pezones durísimos en ese instante, que le toquen las tetas le pone cachondísima, lo que aprovechó el alemán para darle pequeños mordiscos que hicieron que mi mujer echara la cabeza hacia atrás de puro gusto y placer dejando ...