1. El tío de la criatura


    Fecha: 19/11/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... polla, venosa, más ancha por el medio que por los extremos, salió disparada hacia arriba, húmeda ya del juego previo.
    
    “Pues sí que tenías ganas, sí… vamos a ver si encuentras lo que venías buscando” dijo maliciosa, para pegarle un lametón desde los huevos hasta el glande. Notó cómo él ponía las manos sobre su cabeza y se excitó un poquito más, acariciando aquel capullo con los labios. Él comenzó a hacer presión y, sin dudarlo, la metió en su boca, presionando con los labios y acariciándola con la lengua.
    
    Y Manuel perdió el control. Empujó su cabeza a la vez que levantaba la pelvis, follándole la garganta sin descanso. Cristina tuvo un par de arcadas, pero no hizo ademán de retirarse. Aguantó, aguantó… hasta que él empujó más fuerte y se mantuvo, descargando toda su corrida en la garganta de la profesora.
    
    “Casi me asfixias…” dijo al retirarse, tosiendo. Manuel tenía una cara cómica, entre relajación y preocupación. Ella sonrió, y la preocupación quedó desterrada. “He estado a puntito de potar, pero bien, ¿no?”
    
    “Joder que bien… ya ves que si bien… joder cómo la chupa la profesora”
    
    Cristina por dentro estaba decepcionada. ¿Ya? ¿En eso iba a quedar la cosa? Para una vez que echaba una cana al aire, ¿le toca un abrefácil? ‘Qué mala suerte tengo, joder’
    
    Se sentó, todavía vestida, al lado del chico, y tomó un largo trago de cerveza.
    
    “Oye…” dijo Manuel al cabo de unos segundos de silencio. “Hoy no tengo prisa, mi madre se piensa que estoy en Ávila cenando y ...
    ... sabe que volveré tarde, si es que no vuelvo mañana…”
    
    Cristina le miró con la cabeza ladeada.
    
    “¿Te apetece hacer la noche larga?”
    
    Cristina sonrió. “Claro.”
    
    “¿Pero larga, larga?” volvió a insistir Manuel.
    
    “¿Cómo que larga, larga?” preguntó, inquisitiva.
    
    “Tengo un poquito de speed” aclaró él.
    
    “No lo he probado nunca.”
    
    “Pues con eso no te duermes ni de coña. ¿Te apetece?”
    
    Cristina dudó. Quería irse al día siguiente, y sabía que el sulfato de anfetamina salía en los controles de drogas de la guardia civil incluso unos días después de su consumo. Por otro lado, jamás le habían hecho un control, ni siquiera de alcoholemia, en los diez años que llevaba conduciendo.
    
    “Bueno, mientras no lo cuentes por ahí…”
    
    Manuel se levantó del sofá y sacó un envoltorio de plástico de su cartera. Parecía una bombeta de las que venden en las carameleras de las fiestas de los pueblos. Desnudo como estaba, se inclinó sobre la mesa de centro, abrió el envoltorio y hundió la esquina de una tarjeta en el montoncito de polvo apelmazado. Preparó dos rayas encima de la mesa y sacó un tubo de plástico del bolsillo del pantalón.
    
    “Esto pica en la nariz. Te lo aviso, porque es muy desagradable, pero te va a sentar muy bien.”
    
    Esnifó rápidamente una de las líneas y le pasó el tubito a Cristina, que hizo lo mismo.
    
    “Joder” dijo, arrugando el gesto “no es que pique, ¡es que escuece!”
    
    Manuel sonrió viendo los apuros de Cristina y se acercó a ella.
    
    “Se te pasará rápido. Pero ...
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