1. Placeres peligrosos


    Fecha: 20/11/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Berni, Fuente: CuentoRelatos

    ... toalla. Regresó a aquella inmunda habitación donde hacía un momento había sido violada. Se vistió apresuradamente mientras sollozaba, deseando largarse de allí y volver a su casa cuanto antes. Julián estaba apesadumbrado viéndola llorar y haciendo hipos. Se acercó a ella cogiéndola del hombro para consolarla, pidiéndole disculpas en nombre de los dos por su comportamiento.
    
    — Quiero pedirte perdón, no deberíamos…
    
    No le dejó terminar la frase. Se apartó de él manifestando su repugnancia, cogió su chaqueta y su bolso y desapareció de aquel, ahora, infecto lugar. Jorge estaba de pie a su lado encendiéndose un cigarro e intentó restarle importancia al asunto.
    
    — Tranquilo. A esa tía le gustan demasiado los rabos como para estar enfadada mucho tiempo. Se le pasará pronto. Bueno, ¿Qué te ha parecido?
    
    — Esa mujer es increíble. No deberíamos haberla tratado así. La hicimos gozar, y ella a nosotros, pero en algún momento se nos fue de las manos. Debimos respetar sus pausas, —manifestó cada vez más apenado.
    
    Jorge lo cogió del hombro tratando de confortarle.
    
    — No te tortures, se le pasará, —rio—.
    
    Julián no se quedó convencido.
    
    Cuando Cristina salió a la calle caminó durante media hora hasta su casa, pero no podía entrar porque se hubiese delatado, tanto por su aspecto, como por su lamentable estado anímico. Entró por el garaje y agradeció el hecho de tener las llaves del coche en el bolso. Lo puso en marcha y salió del garaje en dirección a su casa de campo en la ...
    ... sierra.
    
    La villa estaba en plena montaña en un enclave privilegiado desde el cual se veía a lo lejos el resplandor de la contaminación lumínica de la ciudad. A Alberto le gustaba la tranquilidad y valoraba la paz y la quietud que se respiraba en el lugar. La utilizaban algunos fines de semana para alejarse del bullicio de la ciudad y relajarse, pero, sobre todo, en vacaciones.
    
    Después de treinta y cinco minutos conduciendo entre lloros e hipos, aparcó el coche y entró en la vivienda, desactivó la alarma, encendió las luces, se dirigió al baño y llenó la bañera. Se desnudó y, al quitarse la ropa interior comprobó que estaba manchada de sangre, la metió en una bolsa de basura junto al resto de su ropa, se metió en la bañera e intentó relajarse y limpiar su cuerpo. Se frotó fuertemente con la esponja y jabón, como si al hacerlo pudiese borrar toda huella de ese momento de su vida, sin embargo, volvió a visualizar la última parte de aquella lamentable desventura, mientras el agua caliente salía del grifo, mitigando sus sollozos. Si necesitaba un motivo o un estímulo para dejar de serle infiel a su esposo, ya lo tenía. Y tenía también claro que no quería volver a pasar por semejante experiencia. Aquella noche podría haber sido perfecta, pero en un instante todo se torció, y eran ahora los momentos aciagos los que pesaban más.
    
    Cuando creyó que se deshizo del hedor y la inmundicia que destilaba su cuerpo salió de la bañera, y mientras se secaba el pelo, el espejo le mostró ...
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