Tres días con mucha huella
Fecha: 28/11/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
... paseando abrazados y besándonos. Eduardo tenía razón: éramos más cínicos cada día. Yo ya no me preocupaba, pues si alguien nos veía juntos, mejor se volteaba para otro lado. Seguramente en estas salidas muchos nos reconocieron pues recibí reprimendas de algunos familiares, pero Eduardo y Roberto siempre me sacaron de mi marasmo con el amor que me prodigaban, a dos manos y testículos llenos…
Más tarde fuimos a comer a “La Marquesa”, ese parque nacional donde uno puede perderse entre los pinos fuera de las miradas indiscretas de los demás, lo cual hicimos para bajar la comida. Me penetró, a condición de no venirse para evitar que le diera una indigestión. Yo… ¡yo sí me vine y mucho! Como había que complacer a mi macho, nos fuimos a su departamento a tomar un aperitivo y terminar la noche.
Cuando llegamos, Eduardo sacó una botella de un coñac sumamente caro, y muy rico. Dijo que se la habían regalado hace tiempo, pero la guardó hasta que pudiera tomarla conmigo sin que hubiese problema. Ya otra vez, por la misma razón, había llegado con fuerte olor a vino a la casa y le dije a Saúl que habíamos festejado a una amiga muy querida, lo cual supo desde antes de mi mentira que no había sido así. Pero ahora no había nada para impedir que me pusiera alegre sin quien me lo recriminara. Así que paladeamos la primera copa desnudos, mezclándola con chupadas, Eduardo a mis tetas y yo a sus genitales, ¡desde el glande hasta sus testículos!
–Otra más a nuestra salud, pero ...
... seguido, en un cruzadito –dijo sirviendo otra porción, la cual me hizo efecto de inmediato, pues me sentí borracha y arrecha después del segundo beso.
–¡Ya, cógeme, amor, que quiero sentir tu verga en el útero! –le dije arrastrando las palabras y sorprendiéndome de la terquedad vulgar usada en mis palabras.
¡Claro que te cojo, golfa chichona! –dijo poniéndome de pie, y volteándome de espaldas me inclinó sobre el sillón, metiéndome todo el pene de un solo envión.
Afortunadamente yo estaba muy mojada y su herramienta se deslizó fácilmente. ¡Vi las estrellas!, “¡Más, que me salga por la boca, cógeme mucho, puto, que para eso te tengo!”, le grité, borracha y añadí: “Para eso me sirven los putos, para cogerme cuando yo lo pida.” “¿Y cuántos putos tienes?, me preguntó bombeándome frenéticamente y jalándome del pelo en cada embestida. Su pubis me golpeaba fuerte y mi cuerpo se alejaba de él, pero con su mano me regresaba a su verga enorme. “¡Contesta, golfa!: ¿cuántos te cogemos?”. Dentro de la obnubilación que me daba el alcohol, se me hizo la luz de que estaba hablando de más y contesté “Tú, siempre, y Saúl algunas veces”. “¿Y Roberto?” preguntó, cambiando el lugar de sus manos a mis chiches para jalármelas cada vez que volvía a ensartarme.
Me asusté porque nadie sabía que Roberto estaría conmigo al día siguiente. “Él ya pasó, y sí, lo tenía para lo mismo, para coger rico, muy rico, riquísimo, pero tú me haces el amor mejor”, dije antes de venirme una vez más al sentir su ...