La última cena de la luna
Fecha: 14/12/2021,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sus ojos en ella y miró en el rostro ruborizado de aquella chica a la más hermosa y entregada puta. Tomó una copa de vino tinto, extendió su mano hacía el rostro de ella y brindó mirándola de frente, haciendo que ella lo mirase a los ojos por vez primera.
«Que a donde vayas, mi mano te lleve, que a donde vaya, tus pies me sigan. Que seamos uno sin dejar de ser dos y aún siendo dos tú seas una extensión mía. Que no me tiemble la mano para disciplinarte, que no te tiemble el alma para obedecerme. Que tu camino te lleve a ser mas libre cada día en tu entrega hacia mí, que mi camino me lleve a ser el artífice de tus fantasías. Que nunca nada, ni la muerte, me aleje de ti. Que vacíe de tu mente el todo y la llene solo de mí, para que al final seas tan mía, como yo siempre seré de ti. Salud y feliz navidad».
Fue suya, y él de ella también. Le enseñó cada perversión que conocía, exhibiéndola a la primer oportunidad, sometiéndola en cada momento, disciplinándola, convirtiéndola su instrumento favorito para saciar sus apetitos carnales. Luego de un par de años, la había moldeado como se lo había prometido aquella primera vez y con cada navidad, él construía al rededor del pino, un escenario de ensueño para pervertirla un poco más.
—Dicen que todos los pecados se redimen en navidad, por eso hay que pecar más —decía al tiempo que el látigo cortaba el aíre y caía en azote pleno sobre las nalgas de ella, marcándole la piel al ritmo de los aplausos de quienes la veían extasiada, ...
... tan puta como pocas, como ninguna en la vida, totalmente entregada a su Amo.
—¡Es la más puta y es mía! —, y bebía vino de la boca de su esclava, ese que escurría por su cuerpo cuando la botella de vaciaba; atada, expuesta, humillada, usada, siempre dispuesta a complacerle, bañada en su semen y en el de otros cuando él así lo decidía. Era plena, libre, suya, era vida.
De esas noches ya nada quedaba.
Pasaba la media noche cuando ella entró al salón, una muñeca dibujada en óleo y acuarelas flotando en un lienzo multicolor, su largo vestido negro de tela ligera transparentaba su senos y sus sexo, las piernas iban bordadas en cuerdas de yute multicolor. La mulata de piel canela y ojos avellana sonreía y brindaba con todos mientras orgullosa exhibía un collar negro con brocados en plata y un cascabel.
Miró sus manos, el hombre demacrado, ya no eran más las manos que noche a noche apretaban el cuello de aquella hermosa mujer morena mientras entraba y salía su falo duro del sexo empapado de ella; sabía que nunca más volvería a escuchar los gritos de placer que lanzaba en la cama de aquel departamento donde vivieron tantos años juntos, donde pasaron tantas navidades desnudos, nunca más lo volvería a llamar Amo, nunca más ella volvería a postrarse a sus pies, nunca más sería su musa, su sumisa, su esclava, su mujer.
—Ya la has visto, como lo deseaste. Ella siguió adelante he hizo su vida, ahora tu debes seguir tu camino —, le susurró la mujer blanca.
Él temblaba, sus ...