1. La última cena de la luna


    Fecha: 14/12/2021, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ojos se llenaron de lágrimas y sus labios se secaron, quería acercarse pero no sabía si ella podría escucharlo, además, en tanto él era un despojo de lo que había sido, ella relucía con más brillo que el sol que lo había cegado esa mañana.
    
    Pronto, solo una imagen le vino a la mente, la última noche buena que pasaron juntos, justo un año antes, también la única ocasión en que no habían asistido a la cena celebración. Él estaba en cama y ella, su más devota sirvienta, a su lado procurándolo.
    
    —No me dejes —, le pidió, mirándola a los ojos.
    
    —Jamás mi señor, siempre estaré a sus píes porque soy suya.
    
    —Algo muy bueno debí haber hecho en la vida, que me perdonó todos mis pecados contigo,; pero es tiempo de volar, mi tiempo de volar al vacío, el tuyo, de volar a la libertad.
    
    Ella lloró desconsolada, asiéndose al collar que le sujetaba firmemente el cuello: negro de piel con brocados en plata y un cascabel con su nombre grabado.
    
    —No quiero libertad, no quiero nada, lo quiero a usted, lo necesito.
    
    —Verte feliz una vez más, solo eso pido como mi último regalo de navidad.
    
    »Que nunca nada, ni la muerte, me aleje de ti…
    
    La vió, tal vez por ...
    ... única vez en su vida, con una tierna mirada, sin malicia, solo llena de amor. Luego cerró los ojos para siempre mientras llegaba navidad.
    
    —Es tiempo de partir — le susurró la mujer blanca con un aíre melancólico al hombre demacrado.
    
    Quizá tomar una copa de vino pero su mano solo atravesó el cristal y el liquido, de cualquier forma se deslizo por el viento hasta ella, atravesando, literalmente, a los invitados que la rodeaban. Conforme se acercaba, de nuevo su semblante se rejuvenecía, sus manos se fortalecían y sus ojos muertos apenas hacía poco, se llenaban de vida.
    
    La miró, levantó su mano y brindó.
    
    —Que a donde vayas, mi mano te lleve, Que aún siendo dos tú seas una extensión mía. Que tu camino te lleve a ser mas libre cada día. Que ni la muerte, me aleje de ti. Que al final seas tan mía, como yo siempre seré de ti.
    
    Diciendo esto, él se desvaneció en el aíre mientras una brisa tibia, como una caricia, recorría el cuerpo de la chica desde su sexo hasta sus labios, Ella no supo porque, pero un sentimiento de paz la envolvió por completo y sintió la irrefrenable necesidad de levantar su copa y brindar, por su Amo.
    
    —Salud y feliz navidad. 
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