Las maduras puritanas
Fecha: 17/12/2021,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Eran las diez de una noche estrellada. La luna estaba en cuarto menguante. Sentía cantar a los grillos y a las cigarras, chillar a los niños que corrían alrededor de la hoguera de san Pedro, maullar a los gatos al llegarle el olor a sardinas asadas y ladrar a los perros al oírlos maullar... Era una noche de bullicio en mi aldea, una aldea de unos doscientos habitantes donde las casas fueran todas hechas con piedras y barro, aunque algunas ya fueran revestidas y pintadas de blanco. Donde las que hoy en día son carreteras eran caminos de tierra. Donde en verano la gente se sentaba delante de sus puertas a tomar el fresco. Donde todos se conocían y donde todos querían tener más que el vecino. Si uno tenía seis gallinas el de enfrente quería tener doce. Si uno tenía un cerdo el otro quería tener dos. Donde si se tenía una huerta se querían tener más... Donde si se tenía un carro con dos vacas y un arado ya se era de clase alta, y donde muchos se fueran para Suiza y para Alemania para tener más propiedades, o simplemente para salir de la miseria. Donde, entre otras cosas, todas las mujeres iban de honradas y donde a la mitad de ellas les picaba el coño una cosa mala y lo de honradas les quedaba muy grande. Mi aldea, era una aldea más de las tantas que había en Galicia en los años setenta.
Aquella noche estaba sentado en un banco de piedra que había al lado de mi casa, Eva, mi primera novia, una chavala delgada, morena, de ojos color avellana, cabello castaño, largo y recogido ...
... en una coleta, con tetas cómo limas, culo redondo y pequeño, cintura fina, piernas perfectas y guapa, estaba sentada sobre mis rodillas metiendo un mordisco al bocadillo de chocolate que me estaba comiendo. Era mi comida favorita, y la suya, por ser el pretexto perfecto para poder sentarse sobre mis rodillas. No era la primera vez que lo hacía. Esa noche mi polla ya se había metido dentro de sus bragas y su raja empapada se movía sobre ella al mover el culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás, cuando no había moros en la costa. Eva, gemía en bajito, me cogía las manos con las suyas, las llevaba a sus tetas y las sacaba al ver el peligro. Para disimular, además del bocadillo, nos contábamos historias. Aquella noche me contaba la historia de su tío Camilo, que estaba en la cárcel.
-... A mi tío Camilo, cómo era hijo de soltera y no se sabía quien era su padre, lo apodaban el hijo del viento. ¡Ooooooh, que bueno estás hoy, Quique -levantó un poco el culo, apartó las bragas para un lado, el glande se puso en la entrada de su coño, bajó el culo y la polla entró apretadita- Jesussssss que gusto. Estás cañón.
-¡Tú sí que estás buena! Sigue contando.
-A mi tío no le gustaba que le llamaran hijo del viento, y menos su peor enemigo, un tal Genaro...
Alicia, la madre de Eva, salió de su casa (vivíamos en el mismo corral), al llegar a nuestro lado, le dijo a la hija:
-Venga, vamos para la hoguera.
Intenté sacarnos las castañas del fuego.
-Deja que me acabe ...