1. Ella: La playa


    Fecha: 18/12/2021, Categorías: Hetero Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    ... pasó a la ducha. Abrió el grifo y consiguió la temperatura ideal. Se metió debajo y dejó que el agua tibia la empapase. Echó la cabeza hacia atrás para que su melena mojada cayese por su espalda. Abrió los ojos y vio que estaba frente al espejo. El agua recorría todo su precioso cuerpo. Una cortina de agua caía por su cuello y bajaba utilizando sus tetas como trampolín, saltaban algunas gotitas al pasar por sus extraordinarios pezones rosados. El agua seguía hacia abajo buscando ahora sus maravillosas piernas y a la altura de su sexo giraba introduciéndose en su raja como si quisiera penetrarla.
    
    Se dio la vuelta y giró la cabeza para verse el culo. Al estar mojada brillaba y se veía realmente apetecible, se lo acarició con su mano derecha. Poco a poco fue separando los glúteos. Vio como cambiaba el color de la piel haciéndose más oscura cuanto más cerca del ano. Dejó que el chorro entrase por su raja del culo notando un cosquilleo muy agradable. Volvió a su mente su fantasía de la sodomía. Tenía miedo que su ano se rompiese, así que no había pasado de la introducción de los dedos. Por supuesto, de inmediato desecho cualquier posibilidad de hacerlo con Carlos. Aquella polla la abriría como a una caña. Todo era cuestión de esperar. En la vida todo llega…
    
    Empezó a enjabonarse lentamente disfrutando de la suavidad de su cuerpo, de las caricias de sus propios dedos. Pasando las manos por sus tetas, recorriendo todo su cuerpo, acariciándose la vagina rasurada y pasándose ...
    ... los dedos por la raja del culo sin entrar en su agujero. Bajó por sus piernas hasta sus pies. Para luego dejar que el agua se llevase toda la espuma de su cuerpo, notando como el chorro caía sobre ella.
    
    Bajó al hall del hotel, para esperar a Carlos. Se sentó en un sillón alto y se puso a ojear la prensa. Trataba de camuflarse por si el socorrista andaba por allí y se veían forzados a entablar una embarazosa conversación. Aquello solo había sido un polvo con un desconocido. Tan desconocido que no sabía ni como se llamaba. Pero entonces localizó a “su hombre”. Se puso de pie y se dirigió hacia él:
    
    -Sabía que aceptarías mi invitación. –Dijo él con seguridad.
    
    -¿Ah, sí? ¿Y eso por qué? –preguntó ella.
    
    -Bueno creo que anoche lo pasamos bien, conectamos…
    
    -¿Dónde me vas a llevar?
    
    -Hay una playa por aquí cerca, con un chiringuito donde se come un arroz de marisco de escándalo.
    
    -Mmm… que bien suena.
    
    Se metieron en el coche y tras unos escasos veinte minutos llegaron a lo alto de un pequeño monte lleno de pinos. Aparcaron en una explanada donde había otros coches. Al bajar del coche pudo notar la diferencia de temperatura. De los veintitrés con el que habían hecho el viaje a los treinta y seis que caían sobre aquel pinar, agravados por el intenso chirriar de las cigarras. Por un estrecho camino entre los árboles llegaron a un chiringuito de madera que estaba sobre un acantilado que descansaba sobre una preciosa playa de arena casi blanca, muy ancha.
    
    Las vistas ...
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