1. Mi placer en tus manos


    Fecha: 19/12/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi trabajo como cuidadora de la tercera edad me estaba creando una hernia en la espalda. Eso o terminaría con la espalda partida por la mitad de tanto coger a pulso a señoras octogenarias que ya requerían de ayuda por completo para incorporarse.
    
    Entre eso y el trabajo de limpiadora, cuando llegaba el fin de semana sentía mi cintura como si me hubieran empotrado cuatro negros contra la encimera de la cocina.
    
    No podía incorporarme sin decir ¡Ay!
    
    No podía agacharme sin decir un ¡Ay!
    
    No podía coger peso sin resoplar el ¡Ay!
    
    Y por supuesto meter mi brazo por debajo del de la señora para hacer palanca y que esta se agarrase a mí, para levantarse, me iba hacer que un día me comiera un labio intentando callarme el quejido.
    
    Así que aquella tarde cuando hablé con Susana sobre lo que me pasaba, después de que me viera intentar coger algo del suelo con los dedillos de los pies como si fuera yo la protagonista de Aeon Flux, me pasó el número de teléfono de Lola, la masajista a la que ella iba una vez en semana.
    
    Pese a que los rollos estos de los masajes no me los creía mucho, llamé esa misma tarde cuando ella se fue de mi casa para pedir cita. El teléfono lo cogió su hijo, y anotó para el sábado a las 11:15 dado que le pedí por favor que me hiciera un hueco un fin de semana. Estaba a jueves, así que en un día estaría relajándome.
    
    Eso o terminaría en urgencias con una lumbalgia y diciendo más “ay” que una rumba flamenca.
    
    El viernes sentí que mi columna vertebral ...
    ... iba a despegarse, me acordé de Frida, iba a terminar con un corsé como el de ella a este paso. Con lo pequeña que era aún no me entraba en la cabeza como podía levantar señoras que me duplicaban el peso.
    
    Cuando llegué el sábado a la consulta me senté a esperar que me llamaran. Me abrió un chico, el que supuse que era el que había cogido el teléfono, el hijo, pero este se fue para dentro de una consulta con una chica y salió después de un rato a llamarme.
    
    - Pasa. – Me dijo con un gesto de la mano mientras me indicaba una de las puertas al fondo a la derecha. – te dejo un momento sola para que te desnudes y te tumbes en la camilla.
    
    Se fue cerrando la puerta y le hice caso. Una vez esperaba me fijé en lo cálida que era la habitación. Tonos grises y blancos que hacían el espacio tan acogedor como limpio y relajante. Además, había varios puntos en los muebles donde había una espátula de madera con incienso.
    
    Olía muy bien. Era una mezcla de olores curiosa, relajante y cautivadora.
    
    Metí la cabeza en el posa cabezas y cerré los ojos, pensando en que ya aparecería Lola y me daría mi masaje cuando escuché la puerta abrirse.
    
    - Bueno, pues ya estoy aquí. – Pero esta no era Lola.
    
    - Em… - Saqué la cabeza mientras intentaba que mis pechos no se movieran de donde los tenía presionados – Tú no eres Lola, ¿verdad?
    
    - No sé yo si a mi madre le hará mucha gracia que la confundas con un hombre.
    
    Madre mía que ojos. Me hipnotizaron al verle. Ese verde agua me había dejado ...
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