Mi placer en tus manos
Fecha: 19/12/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... mano cálida mi humedad que empezaba a mojarse.
Mis pezones duros tiraban de mis tetas, me pesaban, y eran atendidos por sus dedos, hasta que poco después posó su boca y mientras con su mano perdida en mi coño, me devoraba.
- Rebeca. – Escuché. – Hemos terminado.
- ¿Hum? –Pregunté aún desubicada.
- Te has quedado dormida. – vi cómo se retiraba hasta la mesa para lavarse las manos en el fregadero que había en la esquina. ¿te sientes más ligera?
- Eh… - Dios había tenido un sueño erótico con él. – Sí, joder estoy mucho mejor, gracias.
- Pues pasa por recepción que mi hermano te cobra. – Salió por la puerta con prisa. – Dile que te haga un bono, tendrías que tratarte esos nudos un par de veces como te dicho.
Y cerró. No sé qué pude decir dormida para que se fuera tan borde y serio de repente cuando nada más entrar era bastante simpático.
Sergio
Me había llamado la atención su voz, su manera de ponerse nerviosa, de extrañarse de ser yo quien le iba a dar el masaje casi como si estuviera avergonzada. Pocas clientas venían así, con esa timidez pidiendo a mi madre.
Me fijé claramente en el tatuaje que lucía su hombro, un pequeño llamador de ángeles con sus alas, como el de Lucía, mi ex, algo que no había visto mucho en un tatuaje. Así me sonaba ella con esa voz dulce y pausada llena de timidez, como un ángel caído del cielo que se abría paso por el mundo bajo mi mano.
Pude verle la cara cuando se incorporó para mirarme y preguntarme sobre quien era ...
... Lola. Me fijé en su nariz respingona y los hoyuelos que se le formaron en las comisuras cuando sonrió, tímida, al gastarle aquella broma absurda. Sus ojos oscuros se clavaron en los míos, casi viendo a través de mí.
Me llamó la atención ella, en general, y la suavidad de su piel que daba gusto recorrer. Además, olía como el mismísimo cielo, joder… que gilipollas me he puesto con ella. Pero he que cuando he empezado a tocarla y ha comenzado a gemir, notaba mi polla dar sacudidas bajo mis pantalones. He intentado no salirme del tiesto, no ir por dobles sentidos, pero es que me estaba costando un mundo intentando averiguar sus respuestas.
No se ha puesto a la defensiva, no se ha puesto tensa, sólo un poco de nervios al responder con soltura.
Debo decir que cuando creí que se levantaría para intentar liberar sus pechos de la prisión de carne y camilla, casi me da un puto infarto. Deseaba que lo hiciera, deseaba ver esos pechos que sobresalían por los lados de su torso, dando a entender la magnitud de estos.
El problema ha venido cuando se ha quedado dormida, y ha empezado a restregarse inconscientemente en la camilla, gimiendo, pidiendo más, apretando y abriendo sus manos y agitando su cintura como podía. Casi no quería despertarla, pero ella sí que me ha despertado la polla a mi porque cuando la he dicho que habíamos terminado, he tenido que darme la vuelta e irme a toda puta leche para que no se diera cuenta del bulto que había en mis pantalones.
Un par de veces a ...