Mi placer en tus manos
Fecha: 19/12/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... dar un orgasmo, idiota.
A veces la voz de mi cabeza era sumamente fría. Y sin embargo yo, me encontraba la mar de caliente y no me bastaba con eso… iba a terminar comprando un bono a plazo fijo y sin intereses de seis meses si es que cada masaje iba a llevar un final feliz.
Me vestí y salí, llegué hasta Roberto y cuando terminamos me despedí con un, “hasta el sábado”.
Desde el miércoles al sábado tuve problemas para centrarme. Porque cada vez que cerraba los ojos o no tenía la cabeza lo suficientemente ocupada, terminaba pensando en él, en Sergio, y en sus manos sobándome y recorriéndome el cuerpo, embadurnado de aceites aromáticos, relajantes, solos, en la misma habitación cargada de buenas vibraciones que nos hacía flotar con el incienso.
Susana me había preguntado varias veces cómo me había ido, y siempre le soltaba un escueto “bien”, sin entrar en mucho detalle. Por otro lado, porque ni yo misma sabía cómo enfocarlo. Intenté buscar por internet el masaje y tras no recordar el nombre, google terminó por completarme la búsqueda y llevarme a distintos sitios. Me quedé igual, sólo que con un ligero nerviosismo de pensar que sus manos volvieran a recorrer todo mi cuerpo.
El sábado llegó relativamente rápido y casi sin darme cuenta allí me encontraba, esperando en la sala de espera a que Roberto me acompañase a alguna habitación. Era muy similar a su hermano, pero sin esos ojos verdes que deslumbraban y hacían contraste con el moreno de su piel y su pelo. Para ...
... poneros más en situación, ¿recordáis a Faruq del Príncipe?, pues digamos que Sergio era su puta viva imagen. ¿Así como iba a estar tan tranquilamente yo? Semejante maromo ponía nerviosa a cualquier hembra que estuviera cerca de él y fuera heterosexual.
Al fin me llevó hasta la misma habitación de la primera vez y me dejó ahí. Vi encima de las mesitas que había en el cuarto varios botecitos de distintos colores, hierbas, pequeñas bolitas que no supe identificar, y mientras me quitaba la ropa y me ponía la toalla me preguntaba para que sería todo eso. Supuse, finalmente, que sería para el masaje Shistu, shiatsu, shuzisu… ¿Cómo se llamaba? que me había dicho con anterioridad.
Me puse en posición y en pocos minutos escuché unos pasos tras los que se abrió la puerta, cerró y habló
- Buenas, Rebeca. ¿Qué tal andas hoy?
- Cansada, pero seguro que con tus manos eso se solventa. – Pensé en el énfasis que se podía leer en mi respuesta y apreté los ojos en un acto reflejo.
- Algo podremos hacer. – Pude percibir una sonrisa aún sin verle. –tengo aquí preparado varios tipos de aceites para el masaje del que hablamos la última vez.
- Hmm. – Logré decir, porque me quedé perdida en mis pensamientos imaginando sus manos por mi cuerpo.
Y no lo tardé mucho en experimentar. Pocos minutos después sentí como me abría la toalla de la cintura y me dejaba desnuda bocabajo en la camilla, a su merced.
El tacto del líquido templado que caía en mi piel me hizo sentir un escalofrío, ...