Mi placer en tus manos
Fecha: 19/12/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sobresalto. Pero me volví a quedar quieta, aguantando el aire, nerviosa, tensa, rígida y excitada.
Siguió con su proceso de relajarme, rozando un dedo por mí, arriba y abajo, mientras yo abría sutilmente las piernas para darle más acceso.
Era consciente de que, en esa situación, y con lo cachonda que me estaba poniendo ya el momento, mis bragas iban a comenzar a mojarse en breves y que una vez aquello empezara, no habría parte de mi coherente que supiera frenar lo que pudiera venir.
“Vamos a ver, Rebeca… no pienses con el higo que luego te lían. Inconsciente”. Pero nada, la parte sin cerebro de rebeca dio un tortazo a la lógica y la echó de la habitación, y me dijo “abre más las piernas que este morenazo tiene trabajo que hacer, nena”.
Hice caso. Obviamente.
A estas alturas de la película yo notaba mis pezones que iban a crear un nuevo par de agujeros en la camilla que harían compañía al de la cara. Porque los tenía tan duros que me estaban perforando hasta adentro por el propio aplastamiento de mi cuerpo.
Levanté, así, como quién no quiere la cosa, un poco el culo y le di un mayor acceso a ver que continuaba haciendo. Se olvidó de mi espalda. Irresponsable.
Pero le perdone cuando sus dedos empezaron a frotar sutilmente mi coño, llegando hasta mi clítoris en esa posición, por encima de las braguitas blancas que dejaban ver claramente la humedad que empezaba a brotar de mi cuerpo.
Gemí, e hice caso a mi cuerpo y comencé a mover las caderas para ...
... adaptarme a sus dedos. Presionó en la parte baja de mi cintura con una mano mientras con la otra me tocaba.
Yo me mordía el labio, apretaba los ojos y me agarraba a la camilla como podía. Hasta que en un par de minutos sentí como una descarga de placer me azotaba y me presionaba en el vientre para liberarse de mi cuerpo, corriéndome en mis bragas, mojándolas a ellas y a sus dedos. Aun con mi coño palpitando pegado a su mano, siguió haciendo un masaje desde este hasta subir a mi cintura y recorrer nuevamente mi espalda, hasta llegar a mi cuello.
Se apartó unos segundos para pulsar el botón de la camilla y subirla un poco más, hasta la altura de su cintura. Lo sé porque se puso delante de mí y pude comprobar a escasos centímetros de mi cara, como su erección abultaba los pantalones. Pero no dijo nada, ni él ni yo. Y siguió con mi cuello mientras yo sentía el calor penetrarme la cara.
Cuando acabó, bajó la camilla, se fue al fregadero a lavarse las manos y de espaldas a mí me dijo.
- Bueno, el sábado puedo hacerte el shiatsu si quieres. Así te informas por internet de como es.
- Bien.
- Dile a Roberto que te cobre solo la hora establecida en el bono, que el tiempo extra corre de mi cuenta.
- Gracias. - Espera, me he corrido en sus dedos ¿y le doy las gracias? ¿estamos locos?
- Un placer Rebeca, hasta el sábado.
Salió y me quedé en shock por lo que acababa de pasar. Espera… ¿Qué acababa de pasar? Pues que un tío buenorro y con unas manos angelicales te acaba de ...