A solas con Sandra
Fecha: 20/12/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Jorge se fue y yo me quedé en la cama con Sandra, descansando un rato más y disfrutando del espectáculo tan tierno de verla dormir…
Sobre las 11 de la mañana, ella despertó y una vez pasados los efectos del alcohol, ya no era tan lanzada. La vergüenza se apoderó de su ser y cubrió su desnudez con sus manos, como si se sintiera culpable de lo que habíamos hecho; yo, que seguía desnudo y tumbado a su lado, no quise incomodarla y le di una de mis batas, usando yo un albornoz.
Preguntó por Jorge y le conté que se había marchado; me dijo que podíamos haberla despertado y yo le dije que no había ninguna prisa por hacerlo, él ya me había dicho que le tocaba libranza y, por tanto, podía dormir sin problemas.
Mientras desayunábamos, se avergonzó un poco por su comportamiento de la noche anterior y pidió disculpas, seguido del típico no suelo ser así, las copas sacaron una faceta de mí que no es la habitual. En vez de aceptar esas disculpas, le pregunté si lo había disfrutado y tímidamente me dijo que sí, le dije que, en ese caso, nada había que perdonar… éramos tres personas adultas y lo que habíamos hecho fue de mutuo acuerdo, nadie tuvo obligación de hacer absolutamente nada que no quisiera. Estaba visiblemente nerviosa, se notaba que creía que me había hecho una mala imagen de ella.
Nos tomamos el desayuno con mucha calma, mientras le preguntaba acerca de Jorge, para que se relajara y olvidase la timidez; poco a poco fue volviendo a ser la Sandra que me habían ...
... presentado el día anterior, con la chispa y el buen rollo que había visto durante la cena y las copas. Me contó cosas de Jorge que no sabía, muchas anécdotas de lo que suponía salir con él, ya fuera para tomar algo o para irse de vacaciones.
Sandra era una chica interesante, más allá del sexo y las copas. Me contó muchas experiencias de su juventud, sus planes de futuro… poco a poco, se fue abriendo y el desayuno dio paso a una invitación para tomar el aperitivo y comer algo ligero, ya que el desayuno casi se había alargado hasta la 1. Ella aceptó pasar un rato más conmigo.
Por un momento me olvidé de la situación vivida al despertarnos y me desprendí del albornoz para estar más cómodo; ella se me quedó mirando y al darme cuenta, le pedí disculpas y le dije que me lo volvía a poner, para evitar incomodidades. Ella me dijo que no me preocupara porque tanto ella como Jorge eran naturistas, confesión de la que dudé abiertamente, acompañando mi respuesta con una mirada a la bata que cubría su cuerpo. Nos reímos y decidimos vestirnos para salir a por esas cervezas pactadas.
La tarde pasó, entre cañas, raciones, cafés y paseos por el centro de la ciudad, acompañados de charlas de todo tipo, averiguando sus gustos e inquietudes, disfrutando de la buena compañía.
La acompañé a su casa (compartía piso con Jorge) y me despedí de ella como un caballero, no sin antes preguntarle si podríamos tener otro día así. Ella se sonrojó y me dijo que ya me llamaría…
… y llamó, a los 3 días ...