A solas con Sandra
Fecha: 20/12/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... entre sus piernas.
Pasé largo rato degustando aquel manjar que sus labios vaginales me brindaban, arrancándole algún que otro orgasmo, mientras el bulto de mi entrepierna sufría al tener el límite que le daba mi ropa, aún puesta.
Después de un rato de lenguas atrevidas y dedos indiscretos, Sandra se puso de pie y prácticamente me ordenó desnudarme, aunque al final lo acabó haciendo ella. Con mucha destreza me quitó el pantalón y pudo ver el bulto en mi ropa interior, llevándose un pequeño golpe de mi pene en su barbilla al agacharse para terminar de desnudarme.
Fue un momento cómico, pero una vez desnudos los dos, ya no había ninguna barrera que nos impidiera fundirnos en un solo ser.
Nuestros cuerpos no eran nuevos para el otro, ya habían sido explorados en nuestro anterior encuentro, pero aún teníamos mucho que descubrir. De pie los dos, frente a frente, no dejábamos de mirarnos, en silencio, de arriba abajo; opté por sentarme en el borde de la cama y aproveché para centrarme en sus ojos, descubriendo una mirada dulce e inocente que distaba mucho de la mirada lasciva que tenía el fin de semana anterior. Sandra se sonrojó y me preguntó el motivo por el cual la miraba fijamente, pregunta a la que respondí diciendo que, aun estando desnuda frente a mí, era su mirada lo que más me cautivaba. Ella sonrió, yo le tendí las manos y las agarró, la atraje hacia mí y la abracé, besando su ombligo y pegando mi cabeza a su cuerpo para sentir sus latidos y el calor de su ...
... cuerpo.
No era la primera vez que nos acostábamos, no era la primera vez que teníamos sexo, pero parecíamos novatos en ese arte, debido a los nervios que nos invadían.
Después de unos segundos en esa posición, Sandra me separó las piernas y me pidió que me tumbara, cosa que hice sin dudar; sentir su cuerpo contra el mío me provocó una ola de placer que me recorrió de pies a cabeza, encajábamos a la perfección. Sentir su respiración mientras me besaba, mientras mordía mis labios, mientras la punta de su lengua se paseaba por mi cuello… me hacía sentir cosas que hacía mucho tiempo que no sentía.
Después de explorar mi cuello con su boca, se tumbó a mi lado y su mano buscó mi pecho; sus labios volvieron a la carga para besarlo entero, mientras esa mano seguía bajando lentamente hacia mi ya erecto y húmedo pene. Yo me dejaba hacer, pues aunque me gusta llevar la iniciativa, siempre me han gustado las mujeres que la tienen.
El tacto de su mano sobre mi pene fue una sensación indescriptible; la última noche que pasamos juntos, el sexo fue salvaje y sin control, era puro instinto animal lo que nos movía y, sin embargo, esa ocasión estaba siendo radicalmente diferente, dos cuerpos, dos personas que se exploran la una a la otra. Su mano se movió lentamente para cubrir con sus dedos el grosor de mi miembro, al mismo tiempo que me daba un mordisquito en uno de mis pezones; la mía buscaba su cuerpo y al encontrar su otra mano como barrera, decidí incorporarme para acabar tumbado ...