1. A solas con Sandra


    Fecha: 20/12/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... de aquello, para decirme que lo prometido era deuda y que ahí estaba la llamada. Le propuse cena y cine en casa, invitando a Jorge si con eso estaba más cómoda, pero me dijo que él ya tendría sus planes y que se fiaba de mí, pues había dormido desnuda a mi lado y vivía para contarlo. Buen comentario, me dejó sin palabras.
    
    Me había pasado toda la semana hablando con Ana (su historia está en anteriores relatos) vía Skype, contándole las noticias nuevas y la cita que iba a tener el fin de semana; ella se alegró mucho por mí y me dio algunos consejos, cosas que, si habían funcionado con ella, funcionarían con cualquier mujer. Me decía que se alegraba de verme tan animado y que pasara lo que pasara con Sandra, nuestro buen rollo debía verse intacto. Yo le contestaba que, al tratarse de una amiga de Jorge y saber éste lo nuestro, no había ningún problema.
    
    Llegó el viernes y con él, la cita en mi casa.
    
    Al salir del trabajo, pasé por su local a tomar un café y saludar a Jorge, el cual me dijo que Sandra no había parado de darle el coñazo con el plan que teníamos y que no podía estar más contento por ella, teniendo en cuenta la cantidad de imbéciles con los que se liaba. Me dijo también que había recibido mensajes de Ana para preguntarle por la chica y que esperaba que no me hicieran daño.
    
    Una vez finalizado el turno, nos despedimos de Jorge y pasamos a comprar un par de cosas para la cena, yo iba a ser el cocinero; llegamos a mi casa y le dije que me iba a poner cómodo, ...
    ... cambié mi uniforme de trabajo por unos vaqueros y una camiseta de uno de mis grupos musicales favoritos, y salí a cocinar para empezar lo que prometía ser una noche perfecta.
    
    La cena resultó ser un éxito (cabe decir que me había informado de sus platos favoritos y por ello pude sorprenderla), con platos bien cocinados y una tarta riquísima, todo acompañado de un buen vino que había escogido especialmente para la ocasión.
    
    Una vez terminamos, invité a Sandra a ponerse cómoda en el sofá mientras yo recogía la mesa, pero se empeñó en ayudarme. Como ya pasara con Jorge la semana anterior, una cocina pequeña hace que los cuerpos se rocen para entrar y salir, algo que a veces es un problema y otras, una bendición.
    
    Nuestros cuerpos se rozaban al entrar y salir con los platos, el mantel, etc.; normalmente habría recogido la mesa en un par de viajes, pero para forzar esos roces, recogí en varios de ellos.
    
    Después de la cena saqué otra botella de vino y de di al play para empezar una lista de películas seleccionadas para esa cita, como ya había hecho en la cena con el menú. Todo estaba perfectamente preparado para que Sandra disfrutara al máximo de la noche.
    
    Pronto descubriría en Sandra algo que encuentro en poquísima gente y que en mí es una manía incontrolable: la afición por criticar los fallos de las películas.
    
    Encontramos muchos fallos porque eran películas de bajo presupuesto que con el tiempo se habían convertido en obras de culto, pero eso no les eximía de tener ...
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