A solas con Sandra
Fecha: 20/12/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sobre ella y tener la iniciativa durante un rato.
Sandra separó sus piernas para que pudiera acomodarme mejor y explorar su cuerpo con el mío. Mis labios buscaron los suyos y nos fundimos en otro beso, mientras una de mis manos me servía de apoyo y la otra agarraba con firmeza uno de sus pechos. Entre besos y mordisquitos, fui bajando con mi boca para llegar hasta sus pechos, parada obligatoria, en la que aproveché para pellizcar sus pezones hasta ponerlos duros y luego lamer y succionar cada uno, provocando pequeños espasmos a su dueña.
Mientras mis manos se centraban en aquellos senos, mi boca siguió su viaje por el vientre de aquella mujer, hasta la cintura, para terminar el viaje en su depilado Monte de Venus. Sandra dejaba escapar leves gemidos y su respiración se aceleraba con cada caricia, con cada beso.
Abandoné su pecho y me centré en sus cuidados pies, besando sus empeines y continuando mi exploración por sus piernas, las cuales cubrí de besos, llegando hasta el muslo y separando la pierna, para luego hacer lo mismo con la otra y dejar así el camino libre hasta su sexo.
Cuando me encontré frente a frente con aquella vulva húmeda y depilada, mis dedos separaron los labios mayores y tanto mi lengua como su piercing hicieron el resto, buscando cada pliegue, cada terminación nerviosa, provocando gemidos. Me centré en esa masturbación manual y oral, olvidando que Sandra tenía una curiosa habilidad…
De repente se contrajeron sus músculos, se puso rígida ...
... como un tronco de madera y sentí que le estaba llegando un enorme orgasmo; olvidé que aquella mujer era capaz de eyacular fluidos y aquel orgasmo iba acompañado de una buena descarga, la cual fue directa a mi boca, con fuerza. No me esperaba aquella reacción, pero tragué gustoso la pequeña cantidad de flujos y sentí que era el momento de continuar la exploración.
Con cierta habilidad la giré y volví al juego de caricias y besos en sus pies, subiendo por sus gemelos hasta los glúteos; mis manos siguieron su camino por la espalda, buscando la sensibilidad extrema que alguien experto puede encontrar si sabe dónde tocar.
A horcajadas sobre ella, comencé un sensual masaje en el que, de vez en cuando, me inclinaba para besar y lamer su espalda o su nuca; ella se dejaba hacer y los pequeños gemidos que emitía indicaban que estaba disfrutando.
Solía acompañar mi masaje con el movimiento de mi cadera, para ajustar la presión en los puntos necesarios y hacer así más placentero el momento; fui bajando cada vez más, hasta acabar masajeando también sus glúteos, que eran firmes y me encantaban.
Al volver a su espalda y recolocarme sobre sus piernas, ella las abrió un poco y sin darme cuenta, mis movimientos de cadera hicieron que la penetrara poco a poco… sin dejar de darle el masaje, seguí moviéndome y acabé regalándole un masaje erótico y estimulante.
Como veía próxima mi corrida, saqué mi miembro de su vagina y me tumbé junto a ella, para volver a admirar aquellos ojos. ...