1. Sexo en la P27


    Fecha: 25/12/2021, Categorías: Sexo Oral Autor: Orpherius, Fuente: CuentoRelatos

    ... una pequeña conversación, se gira hacia atrás y me invita con su mirada a echar un vistazo. Me señala con la cabeza las dos sillas de bebé que están colocadas en el asiento de atrás. Hay algún juguete por el suelo del coche, algún sonajero. Levanta las cejas, hace una mueca con los labios y un gesto con las manos, un gesto de resignación. «Mira lo que se me vino encima», interpreto. Deduzco de inmediato que su vida matrimonial no es lo que esperaba. No sólo por las responsabilidades a las que ha de hacer frente, sino porque su marido no le satisface. No existe chispa entre ellos, no hay pasión. ¿Por qué, si no, aventurarse en una página de contactos? Es sólo mi impresión, pero creo que no me equivoco.
    
    Seguimos hablando de tonterías durante unos minutos y nos vamos relajando. En cierto momento, sin abandonar su expresión melancólica, baja su mirada hacia el suelo y, con una media sonrisa nerviosa en sus labios, dice: «no sé por qué hago todo esto». Para aumentar algo más la complicidad, que ya existe, entre broma y broma apoyo mi mano en su muslo. Ella, poco a poco, aproxima su mano a la mía y empezamos a enredar los dedos. «Cojones...», pienso para mí.
    
    Tiene las manos bonitas. No se las pinta. El ambiente se caldea a pasos agigantados. Nuestras miradas se vuelven mucho más indiscretas, hablamos menos. Nos miramos la boca. «Aquí va a pasar algo, pero ya», pienso.
    
    Me acomodo mejor en el asiento, ladeando mi cuerpo. Me aproximo un poco a ella. Ella se aproxima a mí. ...
    ... Me lanzo: llevo mi mano a su vientre, sobre la camisa, y acerco mi cara a la suya, pero no nos besamos, sino que apoyamos nuestras frentes. Respiramos con fuerza. Finalmente, nos besamos en la boca, las lenguas salen enseguida en busca de la otra.
    
    Le palpo el cuerpo. Tras este beso, sucede algo que me deja completamente atrapado: yo llevo mi boca ya húmeda a su cuello, la abro ampliamente y finjo morderla, pasando mi lengua húmeda sobre la piel y cerrando mi boca despacio, arrastrando suavemente los dientes, y en ese momento observo que ella estira su rostro hacia atrás, los ojos cerrados hacia el techo, y suelta un monumental suspiro que hincha y deshincha su pecho. El gesto me deja paralizado medio segundo, mientras le beso el cuello. «Me cago en la hostia», pienso para mí, y siento que ella estaba deseando algo así desde hace mucho tiempo. «Yo sí sé por qué haces esto», me digo en silencio.
    
    A partir de aquí, la escena es fuego. Le como el cuello mientras mi mano derecha empieza a tocar bajo su camisa. Mi boca es un detector de metales, solo que las piedras preciosas son su carne, que recorro sin despegarme. La mojo con mi saliva por todas partes, le busco la boca, la lengua. Le recorro la cara, mi aliento caliente le humedece la piel.
    
    Mi mano avanza por su cuenta y encuentra sus pechos. No deja de soltar suspiros, de respirar con fuerza. Ella también registra mi carne con su mano izquierda. La mete bajo mi camisa y me aprieta, me acaricia con firmeza. Le subo la ...
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