1. Sexo en la P27


    Fecha: 25/12/2021, Categorías: Sexo Oral Autor: Orpherius, Fuente: CuentoRelatos

    ... camisa y dejo su sujetador de encaje negro al descubierto. Le agarro los pechos sobre la tela incómoda. Los masajeo mientras le como la boca.
    
    Me distancio un momento, quiero ver lo que hago. Miro su sujetador y decido sacarle un pecho por encima. Aparece el pecho blando y grande y el pezón moreno, amenazándome. Llevo mis dedos a mi boca y los empapo de saliva. Le impregno el pezón con la saliva, se lo acaricio, lo rozo con la punta del dedo, quiero que crezca, que se ponga tieso. Cuando lo veo como a mí me gusta, me lo como, me lo meto en la boca y succiono. Ella me pone la mano en el pelo de la nuca y me aprieta, me empuja para que la mame. Hago lo mismo con el otro pecho.
    
    Al cabo de unos minutos, mi mano desciende a su entrepierna. Está muy caliente. La masajeo con fuerza por encima de la ropa y noto cómo ella me acompaña con su pelvis. Pero quiero más. Trato de introducir mis dedos bajo el pantalón. Es imposible. «Espera», me dice. Se desabrocha el botón, la cremallera, y me abre el acceso a sus bragas blancas, que quedan al descubierto.
    
    Primero paso mi mano sobre las bragas. Están hirviendo, mi polla se pone más y más dura. Le acaricio la vulva sobre las bragas, presionando un poco mientras sigo comiéndole la boca y los pezones. Mi mano autónoma se introduce bajo las bragas y busca su raja. «Hostia puta», me digo, «está empapada». Hundo un poco los dedos en la raja blanda y los empapo de su flujo. Hago algo que la impresiona: llevo los dedos a mi nariz y huelo ...
    ... con fuerza, y luego me los meto en la boca. «Dios, qué rico hueles», le digo. Ella no se cree lo que oye y niega con la cabeza, mordiéndose el labio. Dice que no, pero sabe que sí, que su olor me pone a mil.
    
    Vuelvo a buscarle la raja y me entretengo. Es una fuente. «Joder, cómo lo tienes», le digo. La masajeo sin arrastrar los dedos, sólo presionando, en círculos, y luego introduzco los dedos. Está hirviendo por dentro. Continúo así un buen rato y no sé qué sucede dentro de ella, pero se retuerce y mueve su pelvis, que anima los movimientos de mi mano. No sé si se ha corrido, pero me pone durísimo verla.
    
    De repente noto su mano en mi pantalón. Me recorre el bulto y lo aprieta. «Pero... me cago en la leche», me digo. Yo también me retuerzo, abro los muslos y le ofrezco el paquete. Me acaricia con fuerza. Le miro la cara y veo que se muerde los labios, mirando fijamente mi bulto. Ahora soy yo el que no se cree lo que está pasando: se ha inclinado sobre mí y me está desabrochando el cinturón con las dos manos. Mientras lo hace, miro al exterior del aparcamiento. No hay nadie, apenas algún coche aparcado a lo lejos.
    
    Me desabrocha el botón y la cremallera, me saca la polla hinchada y la veo decir que no con la cabeza. Esta chica me pone cardíaco. No quiero perderme nada de lo que va a suceder, así que, con mi mano izquierda, retiro su pelo lacio y dejo su cuello y su cara al descubierto. Saca la lengua y me roza el glande mocoso. Un hilo de líquido seminal transparente ...
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