Yo no doy más.
Fecha: 29/12/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... un poco cansada.- Sus manos apretaron mis mofletes y junto sus labios con los míos.- Y no bebas más, que luego te cuesta dormir.
-Mejor, así podremos discutir algunos temas.- Abrace a mi mujer atrapándola para besarla con fuerza, no se me pasó por alto la mirada de su compañero Alberto, en sus ojos vi la envidia que sentía, de sobras sabía que estaba emperrado por Anabel.-Alberto no te quita los ojos de encima.- Dije riendo.
-No seas tonto, además...peor para el.- Nuevamente nuestros labios se volvieron a juntar; a tu salud Alberto, pensé.
Anabel volvió al grupo y antes de integrarse se giró guiñándome un ojo, Alberto la recibió pasando un brazo por sus hombros cosa que educadamente Anabel rechazó; por suerte Sebastián encontró otra víctima a la que darle la charla, levanté mi mano solicitando al camarero que volviera a llenar mi vaso desoyendo el consejo de Anabel.
No podría decir en qué momento comencé a sentir que Anabel se escapaba de mis manos como el agua entre los dedos, quizás alguien lo llame la crisis de los cincuenta, otros depresión pero para mí era quitarme la venda de los ojos, los diez años de diferencia cayeron sobre mí como una losa, sentía que íbamos a dos velocidades diferentes aunque ella jamás me lo dijera, al verla sentía una mezcla de sentimientos, la amaba con tal locura que me hacía daño privarle de su vitalidad, ella no lo demostraba pero quince años de compartir una vida hace que te des cuenta de detalles, esos detalles que solo los ...
... conoce la pareja, mi aguante no era el mismo, estábamos en dos planos diferentes, me daba la sensación de no llegar a su nivel y una estaca se clavaba en mi interior pensar que ella siempre detenía su ritmo para esperarme, ella era fuego vivo mientras en mi solo existían las ascuas.
Anabel seguía bailando, serpenteaba su cuerpo bajo el fino vestido, no podía de pensar en ese cuerpo bajo las sábanas, era toda una diosa Venus, las miradas perdidas de los hombres se clavaban en ella que no perdía la sonrisa; me quedé mirando a Alberto, podría tener cualquier mujer, cuerpo seguramente musculoso en el cual su americana colgaba sin dejar ningún efecto que la afeara; cuerpo de percha, decía Anabel, un hombre metódico en su vida, llevábamos tres horas en el antro y todavía no lo había visto beber una gota de alcohol, según Anabel se había sacado la carrera de derecho en la mitad del tiempo que sus compañeros.- Todo un partido para cualquier mujer y si además le sumabas sus treinta y ocho años ya era el sumo, seguía viendo sus gestos hacia Anabel típicos y tan antiguos como la vida, gestos de cortejo, sus miradas, acercamientos, y su omnipresencia en todas y cada una de las conversaciones en las cuales participaba Anabel, decidí hundirme en mi whisky; Si por lo menos me fuera infiel, sería todo más fácil, quizás el sentimiento de culpa no sería tan fuerte.
-¡¿Otro?!, venga nos vamos.- Anabel me había sorprendido dando un trago, era mi pecado.- Me despido y nos vamos.-Anabel parecía ...