1. El dolor de una viuda


    Fecha: 04/01/2022, Categorías: Hetero Autor: jose torrens, Fuente: CuentoRelatos

    ... armamento.
    
    Elsa respiraba entrecortada. Frotaba sin descanso sus pezones erizados y con la otra mano buscaba a tientas algún objeto con que apoyarse para no caerse de la camilla.
    
    El joven, viendo aquella búsqueda incesante, acercó su miembro diestramente y lo puso al alcance de su angelical paciente. Al sentir la mano de Elsa cubrir su desproporcional leño, olvido por completo su juramento hipocrático. Agarró la mano exploradora y le ayudo a masajear con ritmo su lubricado y cada vez más grande espadón.
    
    Pocos minutos pasaron, tal vez segundos. El polvorín en que se había convertido la viuda, reprimido por años de abstención, amenazaba con explotar todo el consultorio. Por momentos exclamaba que se había vuelto loca. Le susurraba al doctor que le perdonara aquella actitud tan impropia de ella.
    
    ¿No doctor, esto no puede ser, qué estoy haciendo? Le decía con lágrimas en sus mejillas.
    
    Le llevaba quince años. Aquel joven estaba impactado por lo que estaba viviendo. La señora Elsa, quien lo diría, pensó.
    
    La irreconocible viuda, tuvo su momento de lucidez y se paró abruptamente de la camilla dejando sus preciosos y firmes pechos al aire. Apartó al doctor y le dijo que se marchaba, aquello era una locura.
    
    Pero Elsa no contaba con el animal que había despertado en aquel joven. Albero saltó a la puerta y con los pantalones abajo puso el seguro y una silla atravesada para que su preciada enferma no pudiese escapar.
    
    Como un luchador de las huestes romanas, se ...
    ... abalanzó sobre ella y le obsequió el más lujurioso y lúdico beso que había dado en su vida. Elsa se quebró. Veinte años que no había sido besada y manoseada por un hombre. Se dejó llevar por la lujuria y el instinto carnal encarcelado por tanto tiempo. Cuando percibió la bayoneta que le apuntaba a quemarropa, sintió la necesidad de verlo. Su asombro no tuvo límites. Solo había conocido fugazmente, el miembro normal y común de su difunto marido. El pistolón del doctor doblaba en magnitud y calibre lo que aun recordaba de las pocas noches que disfrutó juntó a su esposo. Era casi virgen.
    
    El joven se desvistió y al unísono retiro con nerviosismo la poca ropa que cubría a despampanante viuda. Quedó atónito. Jamás se imaginó que la descuidada e insípida señora que llegó a su consulta, fuera portadora de tanta hermosura. Sus piernas bien torneadas, culminaban en dos adorables nalgas que serían la envidia de muchas concursantes de belleza. Sus firmes muslos, custodiaban esplendidos el camino que llevaba a la más apetecida de las cavernas. Allí, sin lugar a dudas, se escondía el tesoro más preciado que explorador alguno podría imaginar.
    
    La abrazó con fuerza y frotó su miembro desbocado contra la humanidad quebrantada de su casual compañera. Agarró sus nalgas tersas y bien esculpidas y las masajeo con lujuria desbordada. Lentamente, fue bajando con su lengua juguetona y se paseó por los más recónditos lugares de aquel campo inédito cual tierra prometida. En el jardín finamente ...
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