1. El dolor de una viuda


    Fecha: 04/01/2022, Categorías: Hetero Autor: jose torrens, Fuente: CuentoRelatos

    ... desmalezado de Elsa, percibió los aromas más exquisitos que había sentido en su corta vida. Mientras, Ella se sumía en un estado cataléptico. Los olores que emanaban de aquel imponente miembro, aunado a la torneada torreta que albergaba una fresa a punto de estallar, hicieron que Elsa se abalanzara sin remilgos sobre aquella fruta apetecible. Sin mucha destreza, pero con el deseo que todo lo puede y todo lo derrumba, introdujo aquel instrumento carnoso en su despierta y hambrienta boca. Con su lengua, jugueteó con el melocotón carnoso que chocaba su cavidad bucal. Lo mordisqueaba y sentía como aquel falo omnipresente, cobraba vida y crecía a cada lamido de su lúdico órgano gustativo.
    
    Mientras, Alberto casi se derramaba en mieles y tuvo que contener sus torrentes con técnicas que había aprendido en la facultad. Sin dejar que su adorada viuda soltara su presa, le dio un giro y la tumbó en la alfombra azul que decoraba su consultorio. Su boca, buscó con desespero el juguete húmedo que yacía custodiado por las hermosas piernas. Elsa abrió sus muslos y arqueó sus caderas para que aquel joven pudiera conquistar su refugió mojado por tantas lluvias desatadas. Alberto sintió el místico aroma de la flor que se presentaba ante sí y posó su apéndice lingual sobre el capullo rubí que palpitaba y cobraba vida a cada lamida que le propiciaba. Sintió las uñas de la exquisita dama que se clavaban en su espalda como dos espuelas que incitaban a su pura sangre a ganar la carrera.
    
    Elsa ...
    ... no salía de su asombro. Sintió un miedo bien infundado al pensar que haría con aquel desafiante cañón cuando intentara franquear su fortaleza. Su deseo inquebrantable de ser penetrada por semejante instrumento, vencieron sus temores e instintivamente lo sacó de su boca y lo tomo con ambas manos para detallar minuciosamente contra quien se enfrentaría. Desde el pie hasta la cabeza, contó todos sus dedos y aun le faltarían como cinco más para cubrirlo completamente. Con sus hermosos ojos aceitunados, recorrió aquel trofeo de extremo a extremo y con inusual valor pensó: Dios, dame fortaleza para dominarlo y vencerlo.
    
    El doctor no aguantaba más. Por mucha técnica que aplicara, estaba a punto de sucumbir ante las caricias linguales de la viuda. Seguidamente, con un movimiento digno del mejor contorsionista, volteó a la desenfrenada mujer y con su cuerpo de espaldas al piso, la colocó encima de él y comenzó a frotarla con su endemoniado bastón.
    
    Elsa, por muy valiente que tratara de ser, al sentir aquel palpitante miembro cerca de su capullo, sintió un escalofrío que la hizo retroceder.
    
    ¡No, por dios, como recibo este Goliat! Pensó desesperada ante el posible ataque que se avecinaba. Eso sí, moriría en el intento. El deseo ciego que tenía de ser crucificada por aquel mazo de roble americano, le brindaba la fuerza y el arrojo que necesitaba para tan magna cruzada.
    
    El gigante que la atacaba en su parte más íntima, intentaba colocar la punta de su ariete en su intimidad y ...
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