1. HASTA LA CIMA - QUINTA PARTE


    Fecha: 20/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos

    ... cualquier momento.
    
    —¿Te sientes bien? —preguntó con cautela.
    
    —No del todo —respondí.
    
    Con suavidad me dejé caer en el respaldo del asiento, justo en la curvatura de la L. Massimo se encontraba frente a mí, sentado muy recto y mirándome con el rostro ensombrecido. Me percaté de que algunas luces en el techo estaban apagadas.
    
    —¿Qué necesitas? —volvió a preguntar.
    
    Lentamente abrí las piernas enfrente de él, descubriéndolas por completo. La tela que quedaba en el medio del vestido cayó entre ellas, cubriendo mi entrepierna. Acaricié mi vientre hasta alcanzar uno de los lados de mi cadera y deslicé mi mano bajo el trozo de tela del vestido. Massimo se tensó frente a mí y yo me retorcí cuando mis dedos alcanzaron el encaje de mis bragas.
    
    —Necesito que me toques —pedí en el medio de un jadeo.
    
    Massimo apretó la mandíbula y volteó su mirada al frente.
    
    —Oliver, cierra el compartimento —ordenó.
    
    No me inmuté al entender que el conductor aún podía vernos a través del retrovisor, pero no me moví ni un centímetro más hasta que la compuerta se cerró por completo.
    
    —Si vas a ser mía —advirtió Massimo—, ningún otro hombre volverá a verte. Mucho menos volverá a tocarte. ¿Puedes comprender eso? ¿Puedes aceptarlo?
    
    —¿Y tú podrías aceptar algo similar? —cuestioné.
    
    Mis palabras iban cargadas de un tono erótico. Me excitaba el deseo de Massimo por hacerme suya, poseerme y privarme del deseo de otros hombres. Lo hacía parecer más atractivo.
    
    Massimo se aflojó el ...
    ... nudo de la corbata sin quitarme la mirada de encima. Yo deslicé la mano hacia mi sexo, sobre las bragas, y comencé a acariciarme con ternura. Al mirarme, Massimo se deshizo de la corbata por completo y el acto lo despeinó un poco. Ese mechón de cabello que saltó hacia su frente me volvió loca. Al percatarse de lo que aquello había ocasionado en mí, Massimo pasó sus largos dedos por su melena despeinándola un poco más. Sin prisa se quitó el saco y desencajó cada uno de los botones en su camisa.
    
    Mis dedos comenzaron a moverse sobre mi sexo con premura.
    
    —No te toques —ordenó—. El único que puede darte el placer que necesitas soy yo.
    
    El tono endurecido de sus palabras me obligó a retirar la mano de mi entrepierna. La imposibilidad de tocarme y la ausencia de sus manos sobre mi piel llevaron mi excitación a otro nivel. Sentía la necesidad de abrir las piernas, de retorcer mis senos y gemir sin que Massimo hubiese puesto un solo dedo sobre de mí. Él lo sabía y le gustaba hacerme esperar.
    
    Cuando hubo terminado de desabotonar su camisa la dejó así, entreabierta, para que pudiera mirar lo que había bajo ella, pero no lo suficiente. El tono bronceado de su piel destellaba de forma sutil bajo la cálida iluminación del vehículo, y Massimo sonrió porque sabía que se había esforzado para impresionar con su desnudez.
    
    Se acercó con lentitud, con la cautela de un felino en plena caza. Lo primero que me tomó fueron las piernas. Dejó sus manos sobre mis muslos y los recorrió ...
«12...678...16»