1. Beatriz y Carlos, casualidades.


    Fecha: 28/01/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Bea, 29 años; Carlos, 31, son pareja de recién casados aunque hace tiempo que compartían casa, cama y un futuro lleno de ilusión. Sara, 31 y Alberto, 35, matrimonio muy bien compenetrado y consolidado. Ellas son compañeras de trabajo.
    
    No hacía mucho tiempo que Bea había entrado a trabajar en el supermercado, era su primer trabajo como asalariada y eso le llenó de alegría e ilusión, esperanza y seguridad, deseo de independencia. Y así fue, al poquito de comenzar se casó con Carlos, un apuesto muchacho con cuerpo pequeño pero con miras y coraje de sobra. Sí, con un fuerte carácter que marcaba su personalidad y tremendamente enamorado de ella.
    
    Bea, llegaba a su hogar muy cansada pero nunca desaparecía de su cara un gesto de alegría por poder regresar a su casa, por estar con su marido. Aquella palabra mágica, marido, le llenaba la boca hasta paladearla, soñó con ella y conseguirlo con la persona que tanto quería le llevó a un paraíso de felicidad, un mundo de dicha y de fortuna, el que tantas veces había leído de pequeña en los cuentos de enamorados, aquellos deliciosos cuentos de príncipes y princesas, hadas, un mundo envolvente de sueños y fantasías, con la salvedad de que esto era real.
    
    Pero Carlos no se quedaba atrás, no había detalle o gesto que se le escapara, siempre atento y entregado a ella y por los ojos de ella él era tremendamente feliz. Se complementaban, si uno era los ojos, el otro era las manos, si uno era los pies, el otro los labios, si uno… el ...
    ... otro…., si uno… el otro…. y así hasta el infinito, como infinita era la ilusión, el empeño y el deseo por crear un futuro común; bueno, que ya lo estaban creando desde el día en que dieron el paso de comenzar a salir.
    
    Risas, carantoñas, caricias, besos, mimos… ¡si aquel sofá pudiera hablar!, jejejej… Bueno, supongo que como tantos sofás, como tantos rincones, como tantos escondites, como tantos sitios que en el fondo siempre han sido el abrigo y refugio perfecto para los enamorados.
    
    Sara, aun siendo tan joven, ya era la encargada del supermercado, valorada por su enérgica y resuelta defensa de la empresa. Era alta, delgada, de rostro duro aunque quien la conocía en la cercanía no respondía a tal parámetro, sabía mandar y sabía ser distante, no digo que llegara a dar miedo pero sí que mucho respeto, por eso todo el mundo estaba en su puesto, aunque siempre hay algún/a adulador/a, más conocido como pelota, que supongo que son necesarios para que esto funcione, jejej…
    
    Bea, se mantenía en su sitio, no quería hacerse notar, no era charlatana ni habladora, no entraba en disputas, no se acercaba demasiado aunque tampoco buscaba la distancia. Era madura y prudente para su edad. Sin embargo no le duró mucho ese deseo suyo de mantenerse al margen pues Sara, poquito a poco, fue centrando su atención en Bea, no sabría decir si por ser buena trabajadora, por ver o conseguir algo de ella, como por ejemplo su confianza, nada claro aparentaba ese disimulado interés pero lo había.
    
    Era ...
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