1. Lo que siguió en la noche con Stella (2)


    Fecha: 09/02/2022, Categorías: Hetero Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos

    ... fue, no iría mi galán, no había motivo para mantener el sabor en mi pucha ni el escurrimiento en las verijas –me explicó divertida, pero luego cambió por un gesto interrogante– ¿Tú lo esperabas probar…? –concluyó expectante de mi respuesta.
    
    –No, no sabía de los gustos tan refinados en mi amigo, ni el de tus amantes. Lo supe cuando me platicaste, pero como Cornelio recogió a los niños…
    
    –… y me recogió a mí… –precisó interrumpiéndome.
    
    –Sí, supuse que…
    
    –No, hoy estoy limpia. Pero si quieres probarlo, podemos quedar el lunes…
    
    –No es necesario. No sé de esos sabores, al menos no he sabido que me lo hayan hecho así –le aseguré, aceptando la posibilidad.
    
    –¡Vamos, quiero sentir tu boca en mi panocha, chúpame! –exigió mostrando el fuego rojo del deseo entre su mata peluda y yo bajé a beberlo…
    
    Su sabor era muy rico y excitante, yo chupaba con ímpetu y ella mesaba mi cabello, luego apretó mi cabeza contra su pubis y se masturbó frenéticamente con mi rostro. Stella gritaba en espasmos y soltó un río de flujo salado que bebí sin parar. Ella continuó tallando sus labios y clítoris en mi lengua y nariz hasta que después de lanzar un fuerte gemido, quedo quieta. Di los últimos lengüetazos y miré su bello rostro que estaba plácido y con los ojos cerrados, paseando en los sueños de la calma y la satisfacción. Mi verga estaba que reventaba y goteaba el presemen. Aproveché su sosiego para quitarme toda la ropa. La acosté en el sillón y le lamí las chiches.
    
    –Espera, déjame ...
    ... descansar –balbuceó y la dejé reposar.
    
    Era un deleite mirar su vulva inflamada. Los labios y el clítoris hinchados mostrando un rojo intenso. Los vellos enmarañados y revueltos, mojados de mi saliva y su flujo. Quería cogérmela, pero debía respetar su paz. Creí que dormía, pero sólo descansaba exhausta. Tomé mi copa y me deleité viendo su cuerpo. Cornelio tenía razón cuando en una ocasión me dijo “Si puedes, cógetela para que sepas por qué la aguanté tanto”.
    
    –Discúlpame, pero cuando tengo un orgasmo intenso me vuelvo muy sensible y cualquier roce o caricia me impiden disfrutar de la dicha –se excusó al regresar del letargo–. ¡Ja, ja, ja, qué lindo! –me dijo al verme la verga templada y la jaló extrayendo varias gotas del líquido preseminal y con la lengua lo saboreó– Gracias por respetar mi descanso. Ahora te toca a ti, bueno, a los dos juntos –expresó volviéndose a acostar.
    
    Sin soltar mi pene lo dirigió a su cueva hirviente, forzándome a cubrirla. a dos manos me agarré de sus tetas, la besé y me moví con gusto en la vagina, chacualeando en su flujo. ¡Sí que le gustaba coger, por eso nadie desperdiciaba la oportunidad cuando ella abría las piernas! “¡Dale, papasito, cógeme mucho!”, me incitaba apretándome la cintura con sus piernas, y yo me movía cada vez más rápido hasta que eyaculé soltando tres grandes chorros. “Sí, vacíate así, papito, yo también me estoy viniendo” aullaba melosamente acariciándome el escroto. Quedé yerto pensando que estuvo delicioso, pero ella ...
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