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Entre el sueño y la vigilia
Fecha: 09/02/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Estaba en ese espacio intermedio del sueño y la vigilia, no totalmente despierta pero tampoco profundamente dormida y sin embargo lo que invadía su territorio onírico la estaba excitando físicamente, podía notarlo perfectamente por la reacción de su cuerpo moviéndose sinuosamente en la cama y por la creciente humedad entre sus piernas. A pesar de estar entre dormida, veía las imágenes que se proyectaban en su mente de manera clarísima. Estaba presenciando una clase práctica de sexualidad en una facultad y mientras en lo alto del aula una pareja mantenía relaciones sexuales para ilustrar a los alumnos sobre ciertas cuestiones genitales, el resto de la clase había entrado en una especie de hipnosis colectiva y la excitación se había apoderado de todos porque podía ver cómo los alumnos se acariciaban entre sí y la misma titular de cátedra dejaba volar sus manos sobre el cuerpo de una de sus alumnas que se besaba apasionadamente con un compañero lo que aumentaba la intensidad del beso a medida que sentía las caricias de la profesora entre sus piernas. Ese fue el comienzo de un despertar inquietante. Notaba que se debatía entre seguir soñando con esa escena o despertarse. Sabía que si se despertaba tenía dos opciones: masturbarse hasta volver a quedarse dormida o llamarlo y pedirle que fuera a cojerla ya mismo, antes de que la fiebre de esa calentura la quemara por dentro inevitablemente. Comenzó a tocarse lentamente sin haber salido de la cama, su cuerpo estaba ...
... respondiendo como siempre: a medida que sus manos bajaban hacia su entrepierna se retorcía entre las sábanas mezclando el placer que le daban sus propias caricias con la sensualidad que le provocaba desperezarse cuando estaba tan caliente. Sus dedos reptaron ansiosos, el roce de la sábana contra su piel había endurecido sus pezones y eso la calentaba más hasta que llegó al objetivo principal que era su concha. Ya sabía que la encontraría absolutamente empapada pero el placer que le provocó rozar su clítoris absolutamente caliente y húmedo con la punta de su dedo índice frío por la temperatura de la habitación, la hizo gemir y suspirar casi con desesperación. Sus manos subían y bajaban entre sus muslos, moría por comenzar a masturbarse porque la urgencia de su calentura era más fuerte que cualquier otra cosa pero también quería disfrutar de ese momento y extenderlo al máximo, prolongar el placer de lo íntimo, de la locura y la fiebre que le atravesaba el cuerpo y la quemaba por dentro. Mientras mojaba sus dedos con su exquisito flujo (conocía de memoria el sabor que tenía en circunstancias normales y mucho más rico era cuanto más caliente estaba) la idea de llamarlo para que fuera en ese mismo instante a cogerla seguía taladrándole la cabeza y cuanto más lo pensaba, más se calentaba. De pronto detuvo el movimiento de sus manos, se aferró a las sábanas cerrando sus puños fuertemente para aguantar, no acabar y liberar la tensión de tanta calentura, tomó su celular y lo ...