Entre el sueño y la vigilia
Fecha: 09/02/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... esa sonrisa, abríó sus piernas de par en par y con sus manos le abrió los labios de su concha para que él se hundiera en ella y no la hizo esperar.
Se arrodilló en el piso, sacó la lengua y comenzó a lamer los labios despacio, lentamente, sabiendo que eso la desesperaba porque por un lado quería estar horas disfrutando pero por el otro la sentía enloquecida por acabar.
Sentir esa lengua lamiéndola, sorbiendo el flujo que rebalsaba, la puso a mil. Liberó sus manos y dejó que sus dedos se perdieran entre su cabello para poder empujar cada vez más adentro esa boca que la enloquecía.
Cerró los ojos y se dejó llevar por el sonido de la lengua lamiendo el flujo, por la sensación enloquecedora de esos labios y esos dientes estirando y mordiendo su clítoris y lo único que quería era más, lo único que podía pedirle era que no parara y se escuchaba a sí misma diciéndole que le comiera la concha hasta hacerla acabar.
Ante cada pedido desesperado, él accedía. Lamía el clítoris en círculos, mojaba sus labios con el flujo, mordía su sexo, sentía los espasmos de ese cuerpo que estaba completamente entregado y esperaba con ansiedad que ella le pidiera que la cogiera con la mano.
La desesperación la estaba dominando, necesitaba sentir cómo esos dedos la poseían uno a uno y de pronto se escuchó diciéndole con vos absolutamente ronca por el deseo: “Cogeme la concha con la mano, por favor!”
El soltó una risita malévola y comenzó a colocar uno a uno sus dedos.
-¿Así?, ...
... preguntaba con malicia mientras un dedo entraba despacio y se deslizaba perfectamente por la intensa humedad que la cubría.
-Sí por favor, así…. Más. Otro más.
Y accedió otra vez, un dedo más, dos que entraban y salían de manera rítmica mientras ella saltaba ante cada intromisión.
-¿Te gusta así, verdad? Te encanta que te coja con la mano, no? ¿Sabías que estás cada vez más puta?
-Si…. Otro, por favor, otro. Así, cógeme más adentro, más!
No quedaba más remedio, tendría que meter toda su mano y lo hizo.
Creyó que todo se desencadenaba en caída libre. Esa mano entera acariciándola por dentro, el cuerpo que no dejaba de sacudirse producto de las oleadas de placer, las ganas profundas de acabar que parecían incontrolables y ese orgasmo inevitable que la atravesó de lado a lado con un grito liberador que sirvió para aumentar aún más el deseo de la penetración.
Sin darle respiro se incorporó, se quitó la poca ropa que le quedaba puesta y reptando sobre la cama se sentó sobre ella, acarició con un dedo sus labios, los mojó con su flujo, dejó que los lamiera y cuando ya no quedaba rastros de nada, manteniendo su boca abierta y consciente del deseo de aquella mirada, colocó allí su pija para que la devorara.
Nunca pudo entender cómo una mirada podía cambiar tanto en una mujer como en ella en ese preciso momento. Desde que la conoció supo que era diferente al resto y que en su interior vivía una puta impresionante pero que pasaba desapercibida para la mayoría de las ...