Entre el sueño y la vigilia
Fecha: 09/02/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... personas.
El privilegio de despertarla lo tenían unos pocos y se enorgullecía de ser uno de ellos sobre todo en ese momento cuando la única imagen que le interesaba era la de su boca y su garganta llenas de su miembro erecto, brillante, caliente y esperando el momento indicado para explotar donde lo deseara.
En cambio ella siempre se maravillaba por la sensación de poder extremo que le daba sentir a ese hombre desfallecer cada vez que sus labios rozaban la cabeza de la pija y su lengua la recorría de arriba abajo como si fuera un helado o como cerraba los ojos y se entregaba al sentir que podía meterla entera en su boca y no soltarla sabiendo que eso lo desesperaba terriblemente.
Era un claro juego de dominación, donde él se moviera ella se lo hacía pagar de alguna manera y lo miraba con su mejor cara de perversión. Era el lenguaje, los códigos que manejaban ambos en la cama.
La locura de él era insoportable. Sentado sobre su estómago le cogía la boca a un ritmo feroz mientras ella sujetaba sus tetas con ambas manos y las juntaba para que él viera ese espectáculo que tanto lo calentaba.
Al acelerar el ritmo supo que en cualquier momento acabaría dentro de su boca y a ninguno de los dos le importaba porque era un momento que los fascinaba. A él lo mataba ver que ella no desperdiciaba ni una gota de semen y a ella le volaba la cabeza sentir ese chorro potente, fuerte y caliente que se mezclaba con su saliva, golpeaba en la garganta e iba a parar directo a su ...
... estómago.
El sonido gutural parecido al gruñido de un animal salvaje que salió de su garganta cuando acabó en su boca rebotó en las paredes de la habitación. Sacó su pija, levantó las piernas, acomodó todo su cuerpo sobre ella, comenzó a besarla descaradamente, a lamerle el cuello, a morderle los pezones, a estirárselos con los labios, lo subyugaba escucharla gemir y sentir cómo su cuerpo se retorcía debajo del suyo.
Ella sentía como sus manos abrían sus piernas, la masturbaban, sus dientes la mordían con desesperación y lo único que quería era prolongar aquellas sensaciones para siempre pero sabía que había una sola palabra que iba a convertir todo en un caos y estaba decidida a pronunciarla.
El estaba esperando escuchar esa palabra devastadora, le encantaba mirar cómo se dilataban sus pupilas cuando la decía, cómo se humedecían sus labios hinchándose de deseo y respiraba con dificultad cuando estaba a escasos segundos de pronunciarla y la provocaba cada vez más para que no se demorara.
Se acercaba a su oído y mientras le pellizcaba el clítoris con sus dedos, le preguntaba.
-¿Qué querés? Decime qué querés, pedímelo, sabés que me calienta cuando lo hacés.
Una, dos, tres, mil veces la misma pregunta y mil veces la cara encendida de ella tratando de decirlo y jugando a no hacerlo para que la locura no terminara nunca pero cuando se vió superada por el deseo, en el mismo tono de voz que usaba él para provocarla, mirándolo fijo a los ojos y recorriéndole los labios ...