1. La zorra de tu mujer


    Fecha: 12/02/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... en los últimos años. Aquellos diseños eran eficientes obras de arte. Definitivamente yo deseaba formar parte de su equipo de ingenieros.
    
    La entrevista continuó. Nos centramos en mi experiencia profesional, y ahí desplegué toda la artillería.
    
    Alberto asentía con gestos de aprobación mi evolución dentro del mundo del diseño. Sin embargo, su lenguaje no verbal, sus gestos, denotaban que no era nada que no hubiera escuchado con anterioridad a otros candidatos. Eso me irritó, no pensaba rendirme tan fácilmente. Expuse mis conocimientos en idiomas y entonces Alberto me pidió que le enseñara mi titulación de Cambridge.
    
    Siendo una mujer extremadamente previsora había preparado todo bien ordenado en una carpeta. Sin embargo, al abrirla varias hojas cayeron al suelo.
    
    No fue apropósito, estaba nerviosa. No entendía que me pasaba. Yo quería aquel trabajo y no me iban a escoger. Hice un gesto rápido e instintivo para evitar que se cayeran todas, pero lo único que conseguí fue separar las piernas y que se me subiera la falda.
    
    En un acto reflejo, Alberto se había agachado para recoger mis títulos esparcidos por el suelo. “¡Soy idiota!”, me dije crispada. Cuando de pronto, y contra todo pronóstico, le sorprendí mirando entre mis piernas. De pronto nuestras miradas se cruzaron. Alberto me miraba severamente, inexpresivo. “¡Qué hombre, por Dios!”, pensé desolada ante tanta masculinidad. Me quedé embelesada mirando aquellos ojos oscuros mientras mis papeles esperaban que ...
    ... alguien los recogiera. No acertaba a reaccionar, creo que ni si quiera llegué a cerrar las piernas.
    
    Me sentí como una incauta gacela acechada por un guepardo agazapado entre la hierba alta y seca. Demasiado cerca de mi depredador para lograr escapar. Un salto y me convertía en su desayuno.
    
    No había sido mi intención provocar aquella situación, pero supe advertir al instante que aquella era mi oportunidad. Quería trabajar en esa empresa, a las órdenes de ese hombre, pero debía controlar mi deseo. No quería parecer una fulana dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir ese trabajo, aunque fuera la verdad.
    
    Aquello se me estaba yendo de las manos. Una cosa era un pequeño descuido y otra mostrar mi intimidad a un desconocido sin hacer nada por impedirlo. Pese a ello, no junté las rodillas, era hora de sacar la puta que llevaba dentro.
    
    Me entró un sofoco asfixiante al darme cuenta de que Alberto no sólo no era gay, si no que probablemente en ese mismo momento se le estaría poniendo dura. Tuve el deseo de hacer a un lado mi braguita y mostrarle a aquel hombre lo excitada que estaba.
    
    Logré contenerme, pero ya era demasiado tarde. Había dejado que aquel hombre me viera las bragas sin hacer nada por impedirlo y mi pasividad tuvo consecuencias. Veía la astucia en sus ojos, haciéndome sentir terriblemente deseada.
    
    No podía ser, aquello no podía estar pasando. “Eso sólo ocurre en las películas”, me dije. Entonces Alberto tocó mi muslo con su mano y supe que aquella escena ...
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