La zorra de tu mujer
Fecha: 12/02/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... erótica era real y yo la protagonista.
Me acarició suavemente, con cautela, atento a cualquier reacción mía. No la hubo, estaba paralizada, como si el roce de su mano hubiese inoculado en mí alguna especie de toxina.
Debí haber dado un salto y haberme largado de allí, pero no lo hice, el deseo sexual se había apoderado de mí voluntad.
Aquel hombre fue deslizando lentamente su mano por el interior de mis muslos. Su ofensiva me hizo respirar jadeante, alzando mi pecho exageradamente con cada bocanada de aire. Gemí, un poquito nada más, pero no me moví, continué con las piernas abiertas como una auténtica puta.
Yo no pensaba llegar tan lejos, pero la oportunidad de parar dignamente hacía tiempo que había pasado. Aquel ejecutivo acariciaba ya el sexo de una mujer casada que no hacía nada por impedírselo. “Si mi marido pudiera ver cómo me dejaba tocar”, pensé terriblemente excitada.
Alberto comprobó por sí mismo lo mojada que estaba mi braguita, hacía rato que mis fluidos manaban sin control. Estaba a merced de aquel hombre, necesitaba que taponase urgentemente el torrente que amenazaba con desbordar mi ropa íntima.
― El trabajo es tuyo ―dijo de repente sacando la mano de entre mis piernas― Eres justo la persona que estaba buscando. Ya puedes irte si quieres.
― ¡Cómo! ―dije sin entender de qué coño me estaba hablando.
La frialdad de sus palabras contrastaba con la intensidad con que me miraban sus ojos oscuros, apenas quedaba rastro de disciplina en ...
... ellos.
― Mañana tendrás redactado tu contrato a primera hora.
Estaba perpleja. Yo me moría de ganas de sacarle la polla y él me venía con esas.
― No puedo venir antes de las nueve y media ―dije irritada― Tengo que llevar a mi hija al colegio.
― No hay problema. También puedes marcharte antes para ir a recogerla ―contestó tranquilamente mientras olía en sus dedos el aroma de mi sexo― Aunque tendrás que completar tu jornada desde casa, ¿de acuerdo?
― ¡No! ―contesté perdiendo los nervios― ¡No pienso irme de aquí sin que me folles! ¡Calientabragas de mierda!
Joder, estaba furiosa y… a punto de correrme. Inconscientemente apreté los muslos con todas mis fuerzas y tuve un orgasmo delante de él.
Alberto esbozó una sonrisa visiblemente encantado con lo insólito de mi conducta.
Me recosté estremecida entre intensos temblores y jadeos.
― ¡Vamos! ―le exhorté al tiempo que volvía a separar las piernas.
Entonces el que ya era mi jefe volvió a meter la mano entre mis muslos y retomó sus caricias sobre mi encharcada braguita.
Ya no me reprimí, suspiré loca de placer. Aquel tipo sabía cómo tratar a una mujer. Cuando se cansó de toquetear mi coño, me dasabrochó la blusa y el sujetador. El lametón enroscando que dio sobre mi pezón me hizo elevarme dos metros del sofá.
Mis gemidos perdieron su timidez inicial anunciando lo necesitada de polla que estaba. Me subí la falda antes de que Alberto apartase a un lado la goma de mis braguitas, no quería que se ...