La leona de dos mundos
Fecha: 02/06/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Horny, Fuente: CuentoRelatos
La época en que mejor amamos es aquella en que todavía pensamos que somos los únicos amadores y que nadie ha amado ni amará nunca tanto.
GOETHE
Con todo cariño para mi dulce Carlitos.
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Eduardo estaba asistiendo a terapia debido a un problema de habilidades sociales. A veces le costaba decir "no", y esto hacía que el jefe y algunos avispados subalternos se aprovecharan de su falta de asertividad y lo sobrecargaran de trabajo.
Un día cualquiera, el motivo de consulta cambió de rumbo.
Eduardo:No le había contado antes porque pensé que iba a ser capaz de manejarlo solo, pero estoy metido en un problema demasiado complicado y no sé qué hacer. Tengo una amiga… pero no es cualquier amiga, ella fue mi primera novia, volvió a aparecer ahora… el asunto se me salió de las manos, la estoy viendo desde hace unos meses. Quiero que me ayude.
Debo reconocer que la noticia me sorprendió. Eduardo no era el típico mujeriego ni tampoco el hombre inmaduro o afectivamente inestable que suele enredarse con facilidad. Tenía 59 años, se había casado hacía 30 después de 2 de noviazgo, acababa de enterarse que estaba esperando su primer nieto y tenía un proyecto de vida organizado. Aunque no se conocen las causas con certeza, en algunos varones la llegada del primer nieto puede producir un incremento notable de la infidelidad, pero éste no era el caso. Él quería a su esposa y estaba bien con ella.
Se había encontrado a su ex novia en un supermercado después de ¡34 años de ...
... no verla!, toda una vida…. Cristina era una mujer bellísima, con enormes pechos algo afectados por la ley de Newton, pero no gorda, alegre y muy desenvuelta. Con un hijo de 24 años, muy bien conservada a los 57. Cuando Eduardo la vio sintió que una descarga eléctrica lo atravesaba de lado a lado. La boca de él secó instantáneamente y la lengua se le trabó. Este ataque de epilepsia amoroso quedó plasmado exteriormente en un gesto de extrañeza cercano a la estupidez. Ella lo manejó con más elegancia. Lo abrazó, le dio un sonoro beso en la mejilla y soltó el obligado y halagador: "Estás igualitico, no has cambiado nada". Él, con la escasa saliva que le quedaba, se limitó a responder en eco: "Estás igualitica, no has cambiado nada". Casi de inmediato, en milésimas de segundo su mente recapituló seis años de noviazgo. Como una moviola fuera de control, las imágenes se acumularon desordenadamente mientras la taquicardia iba en ascenso. Parecía que se estaba muriendo. Pensó: "La misma sonrisa pícara, el mismo brillo en la mirada, la misma voz". La sensación fue la de tener una revelación.
Habían sido novios desde que él tenía 19 hasta los 25, hasta cuando Eduardo se fue a estudiar inglés a los Estados Unidos. Entonces ella conoció a otro muchacho, se enamoró intensamente y abandonó a Eduardo de la manera más inadecuada: por teléfono. Él se montó en un avión y regresó a reconquistar el amor perdido. Cristina dudó, no sabía qué hacer, dejó a uno, volvió con el otro, se arrepintió, ...