¿El desconocido?
Fecha: 20/02/2022,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: NoeliaMedina, Fuente: CuentoRelatos
Se envaró al verla y sus sentidos se pusieron alerta. Por suerte, estaba apartado de la entrada del salón principal y una columna gigante le otorgaba privacidad, la suficiente para observarla sin ser visto. Aun así, sin querer arriesgar la profesionalidad que lo caracterizaba, se puso la máscara oscura que reposaba en su cabeza y contempló cómo se integraba entre la gente.
Ella no llevaba antifaz ni nada que les impidiera a los demás saber quién era. Conocía lo suficiente a la señorita Arias para saber que su imagen y su reputación en el mundillo musical le importaban bien poco, pero no la creía tan descarada para entrar en una fiesta privada de aquel calibre sin tomarse la molestia de ocultarse. Se intentaba extremar la privacidad de los presentes: que no hubiera personas no conocidas o sin invitación directa, ni móviles, cámaras o incluso periodistas, pero no siempre podía controlarse.
La contempló con deleite, como había hecho muchas veces desde la mesa de su despacho sin que ella se percatara —al menos eso pensaba— o en su imaginación mientras ella lo escuchaba con un fingido interés. Él también fingía interés y concentración al hablarle, pero había ocasiones en las que su profesionalidad se tambaleaba frente aquella muchacha joven, vital y bonita. Además, tenía un toque de descaro que parecía darte pie a más, pero, cuando avanzabas, o te creías dispuesto a hacerlo, ella frenaba de manera tajante sin que pudieras culparla. Paraba algo que, en realidad, nunca había ...
... comenzado, aunque tu imaginación te dijera que sí. Él se preguntaba si sería la calidez de aquellos ojos verdes y brillantes que tenían por costumbre mirar con fijeza y sin amilanarse.
El hombre le dio un trago a su copa de ron y mantuvo el sabor dulce en el paladar mientras pensaba en otro manjar líquido que no era precisamente el que tenía entre las paredes ovaladas de cristal. La imagen de aquella rubia sobre su mesa, con la espalda arqueada y derramándose en su boca lo hizo dar otro trago, aunque esta vez sin deleite ninguno; con prisa y desespero. De repente, el encuentro que acababa de tener con dos mujeres le pareció poco en comparación con la imagen que su mente le otorgaba. Notó cómo se encendía y cómo su miembro se endurecía.
Natalia Arias rio con un descaro que se oyó por encima de los susurros, y Equis —como decía llamarse aquel hombre cuando cruzaba el umbral que separaba su vida diaria de la nocturna— se centró más en ella. A pesar de que la fiesta estaba más acabada que empezada y todos bien servidos y cansados, los invitados parecieron resurgir con su llegada, contagiados por esa frescura que trasmitía. Mujeres y hombres le hablaban a sus ojos y a su boca más que a ella en sí. No los culpó. Él, desde su posición privilegiada, también la deseaba. Observó cómo se movían los labios rosados y el brillo de los ojos claros y la dureza rugió en su pantalón, pidiéndole ser liberada de nuevo. Natalia cruzó las piernas y el vestido negro de brillo se ajustó más a ...