¿El desconocido?
Fecha: 20/02/2022,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: NoeliaMedina, Fuente: CuentoRelatos
... la habitación. No era la cantante de rock que él conocía. No era la fiera en la que se transformaba cuando subía al escenario y se hacía con un micrófono. No, era todo eso y mucho más. Sensual, atrapante, adictiva.
A cada lado, hombres y mujeres desnudos, todos, absolutamente todos, cubiertos con máscaras. Ella, dueña de sí misma, dueña del morbo y de la situación, descubierta, dejando claro que no le importaba ser reconocida.
Ni Equis ni Marta fueron expulsados del lugar. Algunos presentes habían reparado en su presencia, pero tras una rápida ojeada volvieron al foco de su interés. Y es que aquel foco era un bocado demasiado apetecible.
Marta se acercó cuando la verdadera fiesta empezó. Cuando las manos curiosas comenzaron a resbalar por la piel de seda. Cuando los primeros y pequeños gemidos de placer escaparon de la garganta de Natalia. Cuando Equis, en su dureza más absoluta, sintió la necesidad de beberse lo que quedaba de su copa y despojarse de la camisa que aún no se había abrochado tras el encuentro anterior.
Se apoyó en la pared y esperó. Esperó a que otros saborearan sus pechos mientras acariciaban sus costados, a que tocaran sus pies a través de los zapatos y dejaran besos por sus piernas, a que la saborearan como el manjar que era, exprimiéndolo todo de ella, y a que el hilo musical de la habitación fueran susurros, gemidos y resoplidos de aquellos que, olvidándose de la mujer que presidía la cama, se mezclaban entre sí.
Equis aguantó las ...
... horribles ganas de aliviarse. Había imaginado tantas veces cómo sería el cuerpo de aquella mujer, que ahora no se iría sin comprobarlo y habiéndose tocado en un rincón como un chiquillo.
Soltó el vaso en un lugar seguro, se acercó a la cama y aguardó en un lateral a que el hombre y la mujer que devoraban sus pechos por encima del sujetador se saciaran. Ante su mirada feroz tras el antifaz, ambos se apartaron y le dejaron el camino libre.
Natalia sintió el abandono de sus acompañantes y esperó paciente, regodeándose, la llegada de otros que la saborearan, pero entonces notó cómo la izaban de la cintura sin esfuerzo y la levantaban. Abrió los ojos, curiosa por el atrevimiento de su acompañante, y se sorprendió al ver lo que había detrás del antifaz dorado. Unos ojos oscuros como la noche brillaban clavados en los suyos. La traspasaban. Si no fuera porque estaba casi desnuda, hubiera jurado que querían ver más allá de su piel. El hombre tenía el pelo oscuro peinado hacia atrás, las facciones de la cara —las que llegaba a apreciar— marcadas, y un porte aparentemente trabajado.
—Eres atrevido —le dijo, socarrona, al verse apresada entre las grandes manos que rodeaban su estrecha cintura. Provocadora, sacó la lengua y se lamió el labio superior, desde el extremo derecho hasta el izquierdo, mientras lo miraba con lascivia y le pasaba su larga uña por el pecho descubierto y duro. Aún conservaba la camisa puesta, pero estaba abierta—. Me gusta.
Equis no se dejó amilanar con el ...