Mi hija y yo somos yo y mi hija
Fecha: 22/02/2022,
Categorías:
Incesto
Autor: Gabriel Vera, Fuente: CuentoRelatos
Mi familia es muy normal. Papá, mamá, mi hermano y yo, que soy la pequeña. Pequeña, además, de tamaño. Tengo dieciocho años, pero nadie me supondría esa edad. Digo yo que eso irá cambiando, y a lo mejor algún día la gente me toma más en serio porque aparento ser persona mayor. Tenemos una rutina muy normal también, por la mañana desayunamos juntos, y nos vamos todos a trabajar o a estudiar, y no queda nadie en casa hasta la tarde.
El piso es amplio, y cada uno puede tener una cierta intimidad. No nos llevamos mal, aunque mi hermano es un pesado, y a veces nos peleamos. A mi madre le descubrí facetas nuevas, que ya contaré. Mi padre ha mejorado mucho, ahora que lo conozco mejor. Él también piensa que nos conocemos mejor ahora, pero, claro, con lo que hemos pasado juntos…
El día comenzó como la familia, muy normal. Yo me levanté, me aseé, y me estaba poniendo el uniforme, primero la blusa, cuando entró mi hermano, sin llamar, como de costumbre, para devolverme un libro de física que le había dejado hacía ya una semana. Qué gandul es, ay.
—Pero bueno, llama primero, que me estoy vistiendo, dije, poniéndome detrás de la silla. Desde luego, qué falta de educación.
—Vale, vale, te dejo el libro y me voy, qué finuras nos entran.
Lo que tengo que aguantar. Luego, cuando iba a entrar al baño, me encuentro a mi padre sentado, leyendo el periódico.
—Pero, papá, cierra con llave, jolín qué desagradable.
Mi padre gruñó un poco y me fui. Ay, qué jaleos por la ...
... mañana. Después de desayunar, y haber protestado yo por la mala educación de los varones de la familia, fui a la academia de preparación universitaria, y hasta la tarde no volví a casa. Un día como tantos otros.
Hasta la hora de la cena todo se había desarrollado de manera habitual. Ni frío ni calor, ni más sustos o alegrías que los comunes en la vida. Cuando terminamos, recogimos y ya estábamos todos en pijama, fui a consultarle a papá mis quince días de experiencia en el trabajo, que pensaba yo que podía pasarlos en su empresa. A ver si echaba mano del nepotismo y me conseguía algo no muy complicado pero sí jugoso. Quedamos en que al día siguiente hablaba con el jefe.
Volví a mi cuarto, y al encender la luz vi que se había fundido la bombilla. Papá vino a cambiarla, con una escalera. No me fío yo mucho de la pericia de mi padre, y lo que pasó me dio la razón. Subido en la escalera hizo el cambio, pero como no encendía cuando yo pulsé el interruptor, apretó un poco, pero nada, y entonces, tocó el lateral del portalámparas, y empezó a moverse y gritar. Le estaba dando un calambrazo bien fuerte. Yo no lo pensé, y fui a tirar de él, sujetándole la mano. Claro, pasó la corriente a mi brazo también, él se cayó de la escalera y los dos caímos desvanecidos.
No sé cuánto tardamos en despertar, pero no creo que fuera mucho. Nos levantamos algo mareados, ahora sí había luz y ya más tranquilos nos fuimos cada uno a su cama. Al meterme en la cama me di cuenta de que mi pijama tenía ...