1. El regalo: Un antes y un después (Decimocuarta parte)


    Fecha: 01/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    Se podría decir que aquella noche previa al viernes, se convirtió en la puerta cerrada que yo sin pensarlo bien, decidí abrir.
    
    Cuando me encontré con la posibilidad de mostrarle al idiota jefecito de mi mujer, que yo era el único hombre en la vida de Silvia, no me lo pensé dos veces. ¿Quería verla? ¿Regodearse con la imagen de mi esposa, modelando para él, los trajes que le había obsequiado? Ok, le daría ese gustico, adornado por una escena de sexo fuerte y procaz con Silvia, recibiendo mis embestidas, haciéndola gemir nuevamente hasta delirar y entre gritos, que gritara delante de él, mi nombre. El de su único hombre, su gran amor. Con eso creí que bastaría. ¿Error?
    
    Coloqué un sillón al lado del sofá, porque estorbaba el paso de mi mujer cuando viniera caminando del pasillo. La mesa del comedor la desplacé hasta dejarla bien pegada al muro que dividía esa estancia con la cocina. Una lámpara de pie, la adecué de tal modo, que brindara una iluminación indirecta, aunque con la claridad necesaria para que la imagen tomada desde el teléfono móvil de mi esposa, le dejara una buena visualización del espectáculo al enamorado y aburrido espectador.
    
    La mesita de centro la retiré por completo, para darle a Silvia, el espacio suficiente para dar una o dos vueltas mostrando elegantemente, la perfección de su cuerpo y de forma coqueta modelar los vestidos elegidos por ella, cancelados con gusto por su jefecito.
    
    También reparé en las puertas de cristal del balcón, las cuales ...
    ... abrí de par en par y sobre el muro, acomodé, el cenicero, la cajetilla de cigarrillos y el encendedor. Adicionalmente, una botella de aguardiente sin destapar, para entrar los dos en calor, junto a dos angostas copitas de cristal.
    
    Pasaban los minutos y mi esposa no llegaba. Me asomé un poco mirando hacia la profundidad del pasillo… Nada, solo oscuridad. Así que me dirigí intrigado hacia la alcoba, para casi darme de narices con la puerta cerrada. Que estaría sucediendo allí. ¿Hablando con su jefe a solas? Pegué mi oreja a la madera de la puerta, sin lograr escuchar palabra alguna.
    
    Decidido, tomé la perilla y la giré. Nuestra habitación estaba a oscuras. Silencio casi sepulcral.
    
    —¿Silvia? Amor… ¿Qué pasó? —Sin poder verla, desde nuestra cama la escuche decir…
    
    —No voy a seguir tu jueguito de macho dominante. Eso es lo que sucede. ¿Qué pasa contigo? Quieres exhibirme como tu trofeo. Piensas acaso… ¿Qué me gusta sentirme como una vaca con moño y cencerro en mi cuello, dispuesta para exhibición en una feria ganadera de pueblo? Pues si es así, déjame decirte qué estas completamente equivocado. Conmigo no cuentes para tus estúpidas ideas de venganza machista.
    
    —Pero que estás diciendo mi vida. Solo pensé que podríamos jugar un poco con el morbo de tu jefecito, dejándole en claro que se fuera olvidando de su ilusión de conquistarte. Y de paso, lograr que en su lejano encierro, pudiera desfogar sus ganas. Quizás que mientras nos viera juntos, se hiciera una paja mientras ...
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