El regalo: Un antes y un después (Decimocuarta parte)
Fecha: 01/03/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... refugio que le brindaba ahora, el pesado de Federico.
—Voy para Torrelaguna, a cerrar una venta. No será mucho, pero de granito en granito, la gallina llena el buche. —Perfecto, me estas comunicando el progreso–. Respondió mi jefe, confiado en mis habilidades y compromiso. Y estrechando su mano, procedí a salir del concesionario.
Una hora y media más tarde ya me encontraba persignándome frente a las puertas de la gótica Iglesia de Santa María Magdalena. Ya había estado allí anteriormente, con mi familia, al poco de llegar a este país. Todo parecía tan bueno, éramos tan felices y ahora, atravesábamos valles de inquietudes, senderos amargos causados por agentes externos empeñados en dividirnos.
Miré mi reloj y me percaté, qué en unos minutos ya serian la diez de la mañana. Me preguntaba si me llamaría, pero definitivamente, primero era cumplir la cita, después trataría de arreglar las cosas con mi mujer.
…
Me concentré en revisar con calma y más a fondo los documentos que me había entregado Francesco Bianco. Tomé la primera de las carpetas y me dirigí hacia la maquina fotocopiadora para poder imprimir unas copias y de esta manera poder subrayar cifras y comparar datos. Magdalena hablaba por su teléfono móvil con alguien y cuando me vio allí cerca se sobresaltó. Me observó por un segundo, alzando sus ojos para a continuación, apartarlos agachando su cabeza y luego bajar el tono de su voz. Seguramente pensó que le iba llamar la atención, pues de manera nerviosa, ...
... culminó su llamada.
Angustiada, y sin yo demandarle alguna explicación, me comentó que era una amiga que le había invitado a almorzar. Ya estaba por «chismosearle» quien era su amiga y adonde irían, cuando escuché el tono de llamada de mi móvil, colocado sobre mi escritorio. Pensé que fuera mi esposo y realmente no tenía ganas de hablar con él, aún no.
Seguía ofendida con Rodrigo, así que no me afané en alcanzarlo y responder. Pero volvió a sonar y vibrar. Tanto Amanda como Magdalena me hicieron señas de que tomara la llamada, por lo tanto recogí mi teléfono y me apresté a responder.
—Silvia, buenos días. —Era mi jefe y no mi esposo. Tampoco me sentía preparada para hablar con don Hugo. La noche anterior le había cortado de manera intempestiva, una salida bastante vulgar ante su propuesta de que le modelara los vestidos.
—¡Jefe buenos días! ¿Cómo amaneció usted? —Excelente Silvia, aunque me quedé un poco preocupado por ti–. Me contestó amablemente.
—¿Y eso porque don Hugo? —Le pregunté. Aunque intuí por donde iban a ir los tiros.
—Pues Silvia, por la situación de anoche con tu esposo. ¿Todo está bien entre ustedes?
—Claro que sí señor. No era nada importante don Hugo. Tan solo que no encontraba un calcetín. Es un poco desordenado y soy yo la elegida después, para solucionarle sus pequeños problemas. Discúlpeme por dejarle así a mitad de nuestra conversación.
—Menos mal. Me quede pensando en que podría convertirme en un obstáculo entre ustedes, con mis ...