Sometida por el bully de mi hijo (Cap. 4): Final
Fecha: 08/03/2022,
Categorías:
No Consentido
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
Hice lo posible para ir a aquella casa, sin sentirme como me sentía últimamente: una cosa, un juguete, un mero divertimento para un pendejo de dieciocho años. Después de todo, unos años atrás era una prostituta ¿Qué diferencia había ahora, más allá de que no cobraba con dinero, sino que con el silencio de Robi? No tenía motivos para sentir que mi vida estaba a la deriva. Sin embargo, el sentimiento de angustia no se me iba del todo. Aunque me mintiese a mí misma, sabía que esto era diferente. Robi no era mi cliente, era mi amo. Con sólo decidirlo podría arruinarme la vida. Mi hijo no podría soportar saber que su madre era una puta; tampoco podría tolerar ver el video entregándome al viejo Pierini; y mucho menos aguantaría saber que uno de sus compañeros de escuela, el que siempre lo trató como un pelele me sometía sexualmente a su antojo.
Hasta ahora sólo nos acostamos dos veces, es cierto, pero fueron dos encuentros muy intensos donde quedó en claro el poder que ejercía sobre mí. La primera vez me había encarado y me había poseído en mi propia casa, mientras mi hijo Leandro y sus otros compañeros habían ido a hacer unas compras; la segunda vez fue en un hotel, donde hice cosas que no hacía prácticamente por ningún hombre.
Y ahora debía ir a la dirección que me había indicado. Me puse un vestido blanco con flores rosas, bastante largo. Me maquillé prolijamente, pero de una manera no muy llamativa. Esta vez no estaría tan lejos de casa, así que no quería que algún ...
... conocido me viese disfrazada de puta. No quería llevar mi auto, ni tampoco ir en taxi. En lo posible no quería testigos de que iba a entrar en la casa. Era la hora de la siesta, así que no habría mucha gente en la calle. Además, le había dicho a Robi que le avisaría apenas llegara a la casa, de manera que no tarde ni un segundo en hacerme entrar. Le supliqué que por favor no me exponga.
Así que fui en colectivo. Sentí la mirada traviesa del colectivero, y también la de un hombre que se sentaba en el fondo. Me pregunté cómo actuarían si tuviesen en su poder la misma información que Robi. ¿Se aprovecharían como lo estaba haciendo él? ¿Me exigirían ser su esclava sexual? Sé que hay hombres buenos, pero también sé que muchos hombres se transforman en bestias cuando los domina la calentura.
Cuando faltaban dos paradas para llegar, le mandé un mensaje a Robi, avisándole que estuviese atento. Bajé del colectivo, mirando a todas partes, y caminé apresurada la cuadra que faltaba. Se trataba de una vivienda grande que estaba justo en una esquina. Me preguntaba a quién pertenecía. No llegué a tocar el timbre, la puerta de la casa se abrió inmediatamente. Robi me hiso pasar. Cerró la puerta a sus espaldas. Me agarró de la cintura y me atrajo hacia él. Se había puesto un rico perfume. Su cuerpo musculoso era puro vigor. Quiso darme un beso en los labios, pero lo esquivé. Luego me agarró de la barbilla y me miró con sus perversos ojos verdes. No pronunció palabra, pero yo imaginé en qué ...