Sometida por el bully de mi hijo (Cap. 4): Final
Fecha: 08/03/2022,
Categorías:
No Consentido
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... estaba pensando. Con todas las cosas que íbamos a hacer en unos instantes ¿qué sentido tenía negarle un beso?
Intentó de nuevo, y esta vez no me negué. Su aliento a tabaco y a menta inundó garganta, mientras su lengua se frotaba con la mía.
Me acompañó hacia una especie de living. Se notaba que en la casa no vivía nadie. Estaba bastante descuidada y había pocos muebles. Además, parecía haber sido limpiada hacía poco. El olor a limpiador de piso todavía flotaba en el aire.
-¿Querés tomar algo? Tengo cerveza -dijo Robi.
-Un vaso de agua por favor -contesté.
Robi fue a buscarlo, dejándome sola. En ese momento pensé que quizás debía irme. Quizás debía poner un punto final a esa demencial situación. Pero decidí tener paciencia. Sería suya una vez más, luego le daría vueltas cuando quisiese verme de nuevo, y para cuando terminasen las clases, arreglaría las cosas para empezar una nueva vida con mi hijo Leandro en San Luis. Ahí ya no volvería a ser la puta de nadie, ni me dejaría doblegar por ningún pendejo como Robi. Él ya no sabría de mí, no estaría a su alcance y sus amenazas ya no surtirían efecto. Debía ser paciente. Por esa tarde, debía ser su puta una vez más.
Robi volvió y me entregó el vaso. Se sentó a mi lado. Si fuese una buena persona, y si no fuese compañero de clase de mi hijo, quizás omitiría la diferencia de edad y me permitiría tener una aventura con él. Era demasiado bello. La remera negra se ceñía a su cuerpo escultural; sus brazos tenían las ...
... venas marcadas, evidenciando la fuerza física que yo ya conocía; sus ojos eran hermosos, y su sonrisa perfecta. Pero había decidido ser un maldito, y ahí estábamos.
Quería terminar cuanto antes con eso. Lo dejaría exhausto en el menor tiempo posible, y no tendría motivos para retenerme más tiempo. Me paré frente a él y me quité el vestido. Robi sonrió, contento porque yo tomaba la iniciativa.
Y entonces sucedió lo impensado. Primero escuché ruidos de pasos. Luego murmullos. Finalmente la puerta se abrió.
-Ah, es ella -dijo un joven que acababa de entrar.
Eran cuatro. Todos muy jóvenes. Los miré uno a uno, intentando comprobar si alguno era también compañero de escuela de Robi y por ende, de mi hijo. Pero eran cuatro desconocidos, además, todos parecían ser mayores que el propio Robi, entre veinte y veintitrés años.
-¿Qué es esto? ¿Quiénes son ellos? -Pregunté, asustada.
-Son amigos, no te asustes. -Contestó Robi.
Los cuatro me rodearon. Me sentí indefensa, estando en ropa interior, con cinco hombres ansiosos por poseerme.
Sentí un dedo deslizarse por mi espalda, cosa que me generó escalofríos.
-Tranquila hermosa, te vamos a tratar bien -dijo el hombre que me tocó. Era un muchacho de barba frondosa, musculoso, y con tatuajes en la espalda.
Pensé en decirle a Robi que ese no era el trato, que no era quién para entregarme a sus amigos, que yo era una mujer, y debía respetarme. Pero las palabras se atragantaron en mi boca y no encontraron salida. ¿Qué ...