Juego de niños
Fecha: 03/06/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Juego de niños.
Soy la menor de cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos. Todos están casados y tienen hijos. Manolo es el mayor, tiene cuarenta años y está casado desde hace quince con Ana, tiene dos hijos, Carlos de doce y Maria de siete. Sonia es mi segunda hermana, tiene treinta y cinco años, también está casada desde hace doce años y Mario, su hijo, tiene diez años. Pedro es el que va delante de mi, tiene treinta años y lleva casado con Eva dos años, tiene un dulce bebé de año y medio. Y yo, Sara, que tengo veinticinco años y estoy soltera, no tengo novio aunque pretendientes no me faltan.
No soy muy alta, uno sesenta y cinco mas o menos, pero el resto de mi anatomía resalta a primera vista. Lo primero que llama la atención de mi es mi pecho, pues uso una talla cien de sujetador y, debido a mi corta estatura, destaca mucho. Mi trasero es redondito, bien formado, pues me gusta el deporte y voy asiduamente al gimnasio, en resumen, mis medidas son 100-65-90. Siempre me ha gustado de vestir provocadora, minifaldas o pantalones ajustados, camisetas escuetas o blusas apretadas, ambas con pronunciados escotes, lo que me ha provocado alguna que otra charla de mi familia.
Cuando algún miembro de la familia cumple años, lo celebramos todos juntos con una comilona en casa de quien sea el cumpleaños, nos juntamos todos y lo pasamos en grande, pues somos una familia muy alegre.
Nunca pensé que me pudiera pasar lo que me pasó en el último cumpleaños. Fue el de mi hermana, ...
... el que hacía treinta. Nos juntamos todos como siempre, mis hermanos y hermana y sus respectivos/as, los niños y mis padres.
Yo tenía pensado salir por la noche con unas amigas, por lo que ya iba vestida para cuando llegara el momento. Como era verano, iba ligerita, pero al estar en casa de mi hermana, tampoco quería que pensaran que soy una fresca, así que llevaba unos pantalones y una camiseta, pero en una bolsa, llevaba una minifalda que, una vez puesta, subía por encima de las rodillas palmo y medio dejando ver bastante de mis muslos, y un top de color azul, de tirantes y bastante escotado.
El caso es que cuando llegué a casa de mi hermana con mis padres, no habían llegado mis otros hermanos, y después de saludarnos y demás, me quedé en la cocina con mi hermana y hablamos de cosas nuestras. En un momento dado, salí de la cocina y fui al piso de arriba, pues mi hermana vive en un chalet, y entré en el baño de su cuarto. Cerré la puerta, pero no eché el cerrojo y me senté a mear. Escuché a Mario, el hijo de mi hermana, correr por el pasillo de fuera, mientras decía:
-¡Vale mamá!.
Justo en ese momento abrió de golpe la puerta del baño, sin darme tiempo a reaccionar. Allí estaba yo sentada, con los pantalones y el tanga en los tobillos y abierta de piernas, cuando Mario entró en el baño. Se quedó paralizado, blanco del susto, pensando que le iba a echar un broncazo por entrar de esa manera en el baño y, medio tartamudeando, me dijo:
-Tía, dice mamá que bajes a ...