1. Madura pierde la vergüenza entre otras cosas (2)


    Fecha: 20/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: carmenmadura, Fuente: CuentoRelatos

    ... mujer decente.
    
    Adrede decidí no maquillarme. No me pinte ni ojos, ni labios ni nada. Para evitar tentaciones decidí que no bajaría a la piscina. Me puse el vestido más amplio y menos sexy que puede encontrar y sin medias con unas zapatillas de tenis, planas, completé mi atuendo y decidí bajar a desayunar.
    
    Antes de entrar al comedor mire con cuidado a todos los comensales. No quería que estuviera... el chico de ayer y tener una escena. Por fortuna, no estaba el Adonis. Miré el reloj, ya eran las diez y cuarto y quedaba muy poca gente en el comedor.
    
    Me atendió una camarera como de mi edad, con uniforme negro y cofia blanca. Me pareció gorda y algo culona.
    
    (¡Carmen! En qué cosas te fijas de repente. Quizá yo soy la que debería perder algo de peso. ¡Buena idea! Además, si paso hambre durante un mes... eso podría ser una penitencia por mi pecado de ayer).
    
    —Un zumo de naranja, un café con leche y una tostada. No quiero ni mantequilla ni mermelada.
    
    —Ahora mismo señora.
    
    Esto de haber pedido poco para desayunar me vino bien. Me hizo sentirme en el camino para mi regeneración. Iba a perder peso y encima hacia penitencia para pagar por mi terrible pecado. Empezaba a sentirme virtuosa otra vez.
    
    Acabe el desayuno, firmé la cuenta y volví a mi habitación. Para evitar tentaciones cerré la puerta con llave, decidí que no bajaría a comer a mediodía (mas penitencia). La habitación estaba recién hecha. Cogí la novela romántica con la periodista alemana y, sentada en ...
    ... un mullido sofá con múltiples cojines, volví a los desiertos, los ocasos, las huríes y las cálidas arenas. Inmersa en la novela me olvide de mis deslices, de mis debilidades, de mis pecados y... del tiempo.
    
    Toc, toc.
    
    La puerta, ¿qué podía querer la doncella? La habitación la habían arreglado durante mi desayuno.
    
    —Hola, te he buscado en la piscina.
    
    —Ho... ho... hola
    
    ¡Allí estaba el Adonis! Con su minúsculo bikini, luciendo todos su musculazos, con la dorada piel brillando como bruñido metal. ¿Cómo había encontrado mi habitación? ¡Qué estúpida! Claro está que él sabía mi número de habitación. Si ayer hicimos todas las guarrerías en esta habitación. Yo notaba como me ponía colorada, me ardía la cara y no sabía que decir. El niñato parecía no darle importancia a nada.
    
    —¿Tienes unas medias negras y zapatos de tacón muy alto?
    
    —Si...
    
    —Pues cógelos y vamos a mi habitación.
    
    Yo como una tonta, sin decir palabra, me di la vuelta, abrí un cajón, saque las medias negras, cogí los zapatos y dije:
    
    —Ya estoy.
    
    El Adonis cogió mi mano, y sin la menor vacilación por su parte, ni la menor resistencia por la mía, subimos un piso por las escaleras y entramos en su habitación. Todas mis vergüenzas, contriciones, propósitos, resoluciones y penitencias... tirados por la borda. Allí estaba yo, como oveja que va al matadero había seguido yo al niñato. ¡Que va como un corderito, como una furcia, como una viciosa, como una gata en celo había yo seguido aquella carne ...
«1234...8»