Las clases de contabilidad
Fecha: 23/03/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: cuerva, Fuente: CuentoRelatos
... excitado, creo que ella noto la situación, una mueca se dibujó en su rostro. Y acto seguido se acercó más a mi casi al lado, yo sentado, ella reclinada sobre la mesa, a la par mía, podía ver casi como mi codo rozaban sus tetas que ahora colgaban ahí a poca distancia, mirando fijamente las hojas y la explicación que intentaba darle a todo aquello que no entendía, sentí que algo cayó al piso, de reojo pensé ver, pero tuve miedo que fuese el tallón y que a toda la situación, la mal interpretara…
¡Yo no avanzaría ni un milímetro! ¡Yo era un profesional! ¡Yo me debía a mis conocimientos! ¡Soy un hombre casado! ¡Debo de enfocarme! un sinfín de cosas atravesaban mi cabeza en un instante en donde solo podía ser roto por un ¡ahí se me desprendió el tallón! Ella irguiéndose a la par mía, y la tenue luz que expuso su sexo a la penumbra, yo volví mi cabeza, y pude ver todo… una vulva delicada, preciosa, que ella además exhibía sin ningún problema… cuando tomo el toallón del piso no sé cómo hizo pero al erguirse una de sus tetas había saltado afuera de su sostén, si estaba afuera, a lo que mi mirada estaba digamos, desencajada de la realidad, no apartaba la mirada de ella, ella no apartaba sus partes expuestas, a pocos centímetros mío toda la situación era de por demás una cosa bien extraña de otro mundo. Lo que sucedió luego, es que ella, pasando su pierna por arriba de las mías, y amagando con sentarse cobre mis piernas, se sentó sobre la mesa, ya si con ambos pechos afuera, y ...
... claro sus piernas abiertas a mi mostrando todo su sexo.
Ofreciéndolo abiertamente.
Solo me dijo, me parece que tendremos que repasar bien eso de ¡todo lo que entra tiene que ser igual a lo que sale! Esto parecía un sueño…
Yo no sabía bien que hacer, acto seguido, se acostó sobre la mesa, abriendo bien sus piernas, está de más decirles que se proponía, creo que esta demás decirles que hice, me levante de la silla, de un salto, tomándola de sus rodillas, le abrí las piernas y sumergí mi cabeza justo en ese punto que todo hombre desea, primero con besos, luego con la lengua, surque caca parte de sus pliegues, a lo que ella se aferró a mi cabeza, gimiendo como loca, y dando rienda sueltas a toda aquella locura que se presentaba ante nosotros.
Se incorporó, me hizo hacia atrás, desprendiéndome el pantalón y bajándomelo, bajo ella también, y sin dudarlo un segundo y exclamando, ¡vamos profe, que herramienta, creo que con esto entenderé mejor de lo que habla! Se empezó a engullir todo mi miembro que estaba súper duro, me lo chupo tanto como quiso, se aferraba a mis caderas, mientras yo agarraba su nuca, y le exponía todo para que saciara sus deseos sin tapujo alguno.
De repente me miro, y dijo con vos suave, dámelo, ¿Qué, le pregunte?
¡Dame la leche! Comí los alfajores, me dio sed, se rio, y seguía chupando, la detuve diciéndole, si acabo tendremos que esperar para la próxima, yo ya no soy un pibe, y aunque me veas muy excitado, no tengo el mismo aguante que ...