HASTA LA CIMA - SEGUNDA PARTE
Fecha: 25/03/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos
... relajada, segura de mí misma y mi capacidad de controlar mis mangas. Fue entonces cuando me volví más descuidada.
—¿Puedo encargarte mis mesas? —preguntó Jo—. Mi hija me está llamando.
—¿Tienes una hija? —cuestioné por lo bajo.
Jo me miró con los ojos entrecerrados e incrédulos.
—No, joder, qué va. Me está llamando la hija que voy a tener en algunos años para recordarme de usar condón y ahorrarse la pena de una existencia jodida a mi lado.
Alcé las cejas con sorpresa. Jo era un poco parecida a Marena, salvo que Marena me parecía menos agresiva.
—Entiendo —dije yo.
Jo me explicó que debía algunas cosas en sus mesas. Para el señor regordete de la mesa con el número 19 era un tazón de fideos calientes que ya había ordenado, para la señorita de la mesa 22, la del vestido traslucido, era una ginebra con frutos rojos y para el señor Gabriel un té japonés. Me sentí orgullosa de haberlo deducido. Jo se fue y yo permanecí atenta al hombre que traería los consumos.
Fue ahí cuando ocurrió la tragedia.
Supe meter a la mesa sin quemar a nadie el tazón de fideos calientes, incluso servir el té para Gabriel quién susurró un
gracias
sin mucho más. Lo arruiné al momento de servir la bebida tónica en la copa de la señorita, recargando de más la botella y vertiendo el contenido en las piernas desnudas en el traslucido vestido. Adrián me lo había advertido, que pasara desapercibida porque todas esas personas eran muy importantes. Me lo había advertido y ...
... parecía que me había dicho todo lo contrario.
Cuando el rostro de la señorita ardió al rojo vivo, encontré la mirada de Jo que me decía:
¿pero qué has hecho?
—Vale, que aquí no ha pasado nada, ¿verdad, mi amor? —se apuró a decir el hombre al lado derecho de ella mientras se inclinaba para limpiarla con la servilleta que había en su regazo—. No te apures, los errores suceden, ¿eh? Solo trae más de estas, o mejor no de estas, mejor de papel.
Jo se acercó para recoger el desorden que se había generado en la mesa mientras yo caminaba hacia la estación de servicio con las mejillas ardientes. Sentía más de cinco pares de ojos sobre la espalda y por un segundo pensé que yo no me había esforzado tanto en el colegio para esto, para terminar jugándomelo todo por no saber servir una bebida. Si algo así hubiese pasado en un salón de inicial, todos los niños habrían guardado silencio para después haberse reído. Se habrían reído y no le habrían dado mayor importancia. Esa era la verdadera razón de que quisiera dedicarme a los niños, que ellos se tomaban la vida por el lado amable.
Llevé las servilletas de papel a la mesa y recibí la tarjeta que el señor —el que yo creía esposo de la mujer furibunda— me había pasado sobre la mesa con discreción. La tomé y me marché dejando a Jo hacer lo suyo. No me sorprendió encontrar en la tarjeta un número y un mensaje escrito con caligrafía pulcra
.
Tú no deberías de estar trabajando,
eres demasiado bella.
Contáctame.
Hice la ...