1. HASTA LA CIMA - SEGUNDA PARTE


    Fecha: 25/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos

    ... tarjeta bolita y la tiré en la estación de servicio.
    
    —¿Qué ha pasado? —preguntó Marcela por lo bajo alcanzándome en la estación de servicio.
    
    —Pasa que no soy una mesera, Marcela, ¿cómo se te ocurre dejar a una chica que no tiene ni idea de cómo doblar una servilleta o de qué lado servir una bebida atendiendo un evento tan importante? —reclamé.
    
    El rostro de Marcela palideció.
    
    —¿Puedes bajar la voz? ¿Qué pretendes, escucharte hasta Marte?
    
    —Quiero irme a casa —declaré con un nudo en la garganta—. Quiero irme a casa ahora.
    
    Marcela negó rotundamente.
    
    —¿Estás loca? Me está yendo de maravilla con las donaciones y tú... ¿qué pretendes? ¿Dejarme una zona descubierta y cargarte la noche? Contrólate, chica.
    
    —Pues no me voy a controlar, yo no estudié para esto.
    
    Marcela alzó las cejas con estupefacción.
    
    —¿Y qué te crees? ¿Qué yo no he estudiado? —inquirió ella—. Vale, pues eres o muy joven o muy tonta para comprenderlo. ¿A qué te metiste a Wechsler? ¿A continuar con tu carrera académica? Por el puesto que tienes me parece evidente que no. Lo haces por dinero, como todo el mundo. ¿Sabes qué estudiado yo? Un
    
    master
    
    en Física, ¿y sabes qué hago por las mañanas? Me aseguro que los zapatos de Massimo estén listos para que el señor no haga una rabieta. ¿Eso te parece justo? Por supuesto que no, porque no lo es. Yo estudié para comprender la inmensidad del universo, pero estoy aquí tratando de comprender la rabieta de otra persona y encontrar una solución ...
    ... porque tengo que comer. Así que deja de quejarte y ve a atender tus mesas, ¡por Dios! Elige otro día para tener tus crisis existenciales sin poner en peligro el trabajo de nadie más.
    
    Me mantuve en silencio mientras el nudo en mi garganta me amenazaba con asfixiarme.
    
    —No puedo respirar —jadeé.
    
    Marcela puso los ojos en blanco.
    
    —¡De verdad que contigo no se puede! Ten, toma, es un ansiolítico. Te doy diez minutos para ir a los fogones, pedir un vaso de agua y salir a respirar. Diez minutos, niña, ni uno más —y antes de que diera media vuelta Marcela añadió con más empatía—. Todos pasamos por esto cuando nos encontramos con la frustración de que nuestros sueños no son suficientes para mantenernos con vida, para vestirnos y poner un pan en nuestra boca. Por algo traigo ansiolíticos, ¿no te parece?
    
    6
    
    Adrián no cogía la llamada.
    
    El vaso de agua que me había facilitado la mujer que preparaba los aperitivos reposaba en mi mano izquierda transmitiéndome la frescura de la noche. Era complicado manejar en qué se había convertido mi vida, comprender la forma en que las oportunidades fluían como una corriente y lo que alguna vez había sido no regresaba jamás. No con exactitud. En un momento vivía con mis padres, los cuales me apoyaban para salir adelante y en otro dejaba el país para ayudar a mi madre a sacar a mis hermanos juntas. Y eso, de alguna forma, me había dejado de lado incluso para mí misma. ¿Esa era la forma correcta de actuar?
    
    —Veo que no te va tan bien en ...
«12...131415...30»