1. HASTA LA CIMA - SEGUNDA PARTE


    Fecha: 25/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos

    ... del cinturón que lo contenía. Abrió su cremallera y en un momento saltó de ella su miembro erecto. Aparté la mirada.
    
    —No —negó—. Mírame. Mira cómo me tienen.
    
    Miré por una fracción de segundo a Marena quien me correspondió. Una fracción de segundo que nos supo a deseo. Regresé la mirada al albino, al anhelo que endurecía su pene y lo engrandecía en toda su virilidad. Entonces el albino comenzó a masturbarse, arriba y abajo, lentamente.
    
    —Marena —le llamó—. Quítate la ropa y siéntate de espalda. Enséñame ese trasero, enséñamelo ahora.
    
    Escuché a Marena obedecer con una risita casi imperceptible. Cuando el resto de sus prendas tocaron el suelo pude imaginarme a Marena regresando a su asiento, la curvatura de su espalda exponiendo esos glúteos por los que yo había paseado mi lengua alguna vez. Pude rememorar el sabor entre ellos, la calidez de su sexo en la punta de mi lengua, y conforme los recuerdos se agolpaban tras mis ojos cristalinos el movimiento de mis dedos adquirieron celeridad.
    
    Y de pronto la puerta del apartamento se abrió y Adrián apareció tras de ella.
    
    No quería imaginarme la escena que sus ojos recibieron en ese instante. El hombre en el sofá con el miembro de fuera, masturbándose mientras miraba a Marena totalmente desnuda sobre una silla, curvando la espalda lo suficiente para que sus glúteos dejarán expuesta su entrepierna. Mientras me miraba a mí, con los senos de fuera y la mano dentro de mis bragas, satisfaciéndome.
    
    Lo que pasó después se ...
    ... convirtió en un recuerdo nublado que me costó discernir conforme transcurría el tiempo.
    
    No recordaba la reacción instantánea de ninguno de los tres. La memoria me dejaba mirar a partir de la salida silenciosa del albino del apartamento. Los ojos de Adrián estaban colmados de furia, una furia tan bien —o mal— contenida que no había sido capaz de decir una sola palabra. Marena y yo estábamos mal vestidas, con los pantalones desabrochados y el cabello hecho un lío. El olor del vino añejo envolvía el ambiente, sellando con su aroma el carácter de ese momento.
    
    Adrián me miraba y, aunque la vergüenza me consumía, yo no podía dejar de mirarlo. La primera en hablar fue Marena mientras terminaba de arreglarse la ropa.
    
    —Vamos, Adrián, ¿qué pasa? Tú habías dicho que Regina tenía total libertad de...
    
    —No quiero escucharte —zanjó sin mirarla, sin parpadear—, quiero que te largues.
    
    —Adrián —dije en un hilo de voz—, esta es la casa de Marena también. No puedes...
    
    —¡Quiero que se largue! —vociferó de tal forma que su rostro se encendió al mismo tiempo que la rabia tiñó sus palabras—. Quiero que se largue, Regina, o te juro por Dios que el que se va voy a ser yo.
    
    Aunque sentía la necesidad de mirar a Marena, leer sus facciones y su postura ante la situación, la mirada de Adrián me había prendado a ella como un par de imanes. Marena se movió por mi rabillo del ojo y yo la detuve extendiendo mi brazo.
    
    —Ella no... —comencé a decir.
    
    —Regina, déjalo, me llamas después —me ...