1. HASTA LA CIMA - SEGUNDA PARTE


    Fecha: 25/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos

    ... minutos escuché a la pelirroja en esmoquin mencionar palabras como
    
    getas
    
    —algún tipo de accesorio del cual íbamos a prescindir, según ella,
    
    para nuestra suerte
    
    —
    
    , tabi, sori, sode, fure, obi, susomawashi
    
    y un montón de términos que parecían estar salidos de la boca de mi hermano fanático del manga. Tras una explicación insuficiente sobre cómo ponerme esa bata negra y esa faja dorada que parecían salidas del tapiz de las paredes de mi abuela, la pelirroja salió de la habitación cerrando la puerta tras de mí y dejándome completamente sola.
    
    Me senté un momento al borde de la cama para lamentar el no haber tenido algún tipo de interés hacia la cultura japonesa antes, y me encontré pensando en la probabilidad de salir corriendo de ahí. Si en el corporativo nadie se percataba de mi presencia, ¿quién notaría mi ausencia ahí? Pero no podía hacerlo por tres cabecitas pelinegras y una señora cascarrabias. Así, comencé a desnudarme hasta quedar en las prendas interiores básicas y comencé a envolverme en los harapos pesados que me habían dejado ahí.
    
    Sin recordar las instrucciones de la pelirroja, opté por buscar algún tutorial en internet y apoyarme en algún extraño que había antelado mis desgracias. Cuando comenzaba a desnudarme por tercera vez dispuesta a seguir el tutorial una cuarta, la puerta tras de mí se abrió de golpe. ¿Cómo darle una explicación a la pelirroja en silencio? Quizá la escena hablase lo suficiente por mí y una explicación no fuese ...
    ... necesaria.
    
    Pero al dar media vuelta me sorprendí al no encontrar a la mujer de rostro amargado que esperaba, y en su lugar encontrarme con los ojos de un hombre colérico.
    
    El hombre tenía un cabello espeso que caía a los lados en forma de libro, unas cejas pobladas que enmarcaban unos ojos tan oscuros que las pupilas y el iris se fusionaban entre la oscuridad, unos labios delgados y la sombra perfecta de una barba reciente. Era delgado, alto y fornido lo suficiente para mantener una silueta esbelta y su piel tenía la clase de tono que se adquiría a propósito en un balcón frente a la playa. Ese hombre, vestido de camisa blanca y pantalones de vestir, entró a la habitación y me miró sin inmutarse por mi desnudez —desnudez que olvidé por completo — para comenzar a gritarme.
    
    —¿Cuánto tiempo más necesitas? —exclamó con una voz tan segura, autoritaria y grave que instintivamente me hice pequeña.
    
    Atrás de él la pelirroja apareció ocultándose tras una tableta de servicio.
    
    Esta vez no respondí porque quisiera que mi silencio fuera defensa suficiente, sino que la presencia de ese hombre me había dejado sin palabras asomando en mi interior un atisbo de miedo.
    
    —Se te citó aquí a una hora —dijo remarcando sus palabras con una serie de ademanes que le brindaban a su imagen más seguridad—. ¿Y qué has hecho tú? ¿Has decidido pasarte por un café y un donut? Nadie aquí ha probado bocado ni lo hará por el resto del día porque conoce cada una de sus responsabilidades. ¿Quién crees que ...
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