1. HASTA LA CIMA - SEGUNDA PARTE


    Fecha: 25/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos

    ... eres tú? Ni siquiera mi padre, el dueño de todo, se ha ido por el café y por el
    
    donut.
    
    Y, por si fuera poco, llegas y te quedas más de media hora sin poder ponerte ni un puto kimono.
    
    ¡Joder!
    
    ¿Qué necesitas para ponerte a trabajar? ¿Otro
    
    donut?
    
    Sin previo aviso los ojos se me llenaron de lágrimas, pero no de tristeza ni por humillación, sino de la cólera que había comenzado a palpitar en mis venas. Permanecí en absoluto silencio, con los ojos llorosos y erguida en sostén y bragas. No sentía ni siquiera vergüenza.
    
    Massimo me miró de pies a cabeza sin ese morbo que habría acompañado a cualquier hombre. Más bien fue una mirada de inspección que terminó sobre la cama cubierta de las prendas que conformaban el
    
    kimono.
    
    Totalmente cabreado dio un par de zancadas hasta alcanzarme, un hombre de metro ochenta que me sacaba unos buenos centímetros. Me apartó y comenzó a revolver los accesorios del vestido sobre la cama.
    
    —Joven Massimo, ya lo hago yo —decía la pelirroja mirándome con preocupación y entrando a la habitación tras de él.
    
    —
    
    ¿Ya lo haces tú?
    
    —escupió con una ira que no pude comprender. ¿Qué le importaba el personal de limpieza al hijo del presidente de una empresa tan grande? ¿No tenía mejores cosas que hacer? ¿Mejores personas con mejores funciones a las que gritarles? — Me parece evidente, Marcela, que si viene una chica de apoyo
    
    migrante
    
    al jodido evento no va a tener ni puta idea de lo que es un
    
    kimono.
    
    ¿Cuánto tiempo te ...
    ... tardaste tú en aprender a ponértelo? ¿Un mes? Y quieres que
    
    la migrante
    
    se lo ponga en quince minutos. No jodas.
    
    Massimo se enderezó una vez hubo acomodado los accesorios del atuendo sobre la cama y me tomó del brazo con su mano derecha, una mano cálida y firme que me quemó mi piel fría y desnuda. Me jaló hacia él como mi madre solía hacerlo, cual muñeca de trapo, y comenzó a envolverme entre las telas inagotables mientras seguía exclamando cosas para Marcela y para mí. Tardó menos de cinco minutos en terminar de vestirme, escupió un par de palabras más que no me detuve a escuchar y salió de la habitación azotando la puerta dejándonos a Marcela y a mí solas.
    
    La vergüenza que no podía sentir yo por lo que acaba de suceder la sintió Marcela, quien me miró con un semblante cargado de disculpas. Nadie dijo nada. Marcela se quedó en la habitación para confeccionar mi maquillaje y hacerme el peinado que —supuse— todas debían de llevar, mientras que yo pensaba en cómo lograr que aquel hombre volviera a mirarme, deseara tocarme y dirigirme la palabra para que entonces fuese yo la que lo tratara como la mierda. Así se saldaba todo.
    
    Estás lista,
    
    anunció Marcela a lo lejos.
    
    5
    
    Es un tanto curiosa la forma en la que vas olvidando la vida, y aterrador cuando comprendes que no recuerdas la mayor parte de ella. Pero de la misma forma, es sorprendente como puedes olvidar algo tantos años y de pronto recordarlo como si hubiese sido ayer, con esa claridad que te permite ...
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