1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima primera parte)


    Fecha: 29/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    —¡Señorita! Al andar derrama usted tanta sal que los que vamos detrás nos hacemos mojana. —Las palabras a modo de piropo, fueron pronunciadas por un alelado Federico, al ver la llegada, –como siempre tarde– de Paola a la reunión de ventas. Y es que sí, mí pesado compañero de ventas tenía mucha razón. Aquella rubia no parecía caminar sino levitar.
    
    Paola saludó a todos efusivamente con sendos besos en las mejillas, pero cuando se acercó a mí, tan solo se fijó en mi presencia y sin pronunciar palabra, se acomodó a mi izquierda, dejando su gran bolso de piel ocupando espacio sobre la mesa de juntas. Las preguntas de rigor realizadas por mi jefe, los informes de ventas y visitas presentados del fin de semana por aquellos que lo laboraron y yo callado sin nada que argumentar, me aburría hasta que la visión de una mano blanca por debajo de la mesa y oculta para los demás, acariciaba mi rodilla, arañaba hacia arriba con sus uñas doradas mi muslo; sin premura sus finos dedos decorados con varias argollas plateadas y cobrizas, palpaban por encima de la tela del pantalón azul, mi hombría. ¡Pufff! La rubia tentación había conseguido su objetivo. Llamar mi atención, colocarme en aprietos y la piel de gallina delatarme en un instante.
    
    —¿Se encuentra usted bien, señor Cárdenas? —¡Ehhh! Claro que sí, don Augusto. Le indiqué cerrando el puño y levantando mi pulgar. —La verdad jefe es que pasé un «finde» espectacular, un poco fuera de lo común es verdad, pero todo bajo control con mi ...
    ... familia. ¡Feliz! Gracias por preguntar. Y le sonreí.
    
    Aquella junta pasó para mí entre bostezos y ganas de salir corriendo por un café a la máquina expendedora. Me enteré de que no había muchos negocios concretados pero si muchas visitas al concesionario. Al terminar me dirigí hacia mi escritorio, organicé mis cosas y colgué del perchero mi saco de paño, quedándome solo con la rosada camisa y estrenando una corbata roja de seda. ¡Un café por favor! Me pedía el cuerpo así que me encaminé hasta la dispensadora para calmar mis ansías de cafeína. El sonido de las monedas despeñándose desde la ranura hasta abajo y el típico sonido del café molido, cayendo en el vaso y el líquido caliente precipitándose segundos después.
    
    —¡Gracias! Qué detallazo rolito precioso. —Y una dorada cabellera ocultó de mi vista el envase, para luego perderme de nuevo en aquella mirada verde esmeralda y su boca que se entreabría para dar un primer sorbo, soplando antes para no quemar el rosa claro de su lengua.
    
    —Buenos días se dice, al menos así me enseñaron a mí. —Le dije algo molesto a mi rubia Barranquillera.
    
    —¡Ajá! ¿Y tú qué, cachaco? ¿Todavía sigues enojado conmigo? ¡Jajaja! Anda nene… ¿Me invitas a un cigarrillito? ¡Ya deja la bobada Rocky y no seas tan charro! —Me contestó sonriente y con su mirada de niña mimada, palmeo mi espalda. Hummm, como negárselo.
    
    —Hummm, está bien. Ten, y aquí está el encendedor. Espérame afuera, donde siempre por favor, mientras espero por mi café. —Y ella se ...
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