1. Corazón seguro con uno, y deseo desbordado con otro


    Fecha: 03/04/2022, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    ... pero siento por él un particular rechazo. Lo percibo como superficial, falso y engreído. Tiene el perfil del perdonavidas. Como no tengo algo concreto que me dé certeza sobre lo que pienso, me cuido para no ser grosero, y lo mejor para eso es tenerlo lejos”.
    
    La primera vez que saltó la alarma fue cuando salimos a comer y luego a tomar algo a una confitería bailable. El soltero bailó con todas pero más con Sara. En una de esas oportunidades verlos bailar me hizo tocarme la frente, diciéndome interiormente: ´si no han salido es porque están en proceso de calcificación, pero seguro que ya los tengo´. Vista cada parte por separado era mirar un indicio, pero unir esos fragmentos significativos te hacían estar frente a una evidencia.
    
    Brazos y manos nada decían, ella con su izquierda en el hombro de él, y él con su derecha en mitad de la espalda de ella. Ambos cuerpos separados por una cuarta, mirándose a los ojos, que decían mucho más que las palabras. Por un lado la actitud del que maneja la situación, y por otro la de quien está entregada y expectante. Era el momento de preparación y sincronización.
    
    De pronto los labios del varón se mueven como diciendo ´Ya´ y ambos hacen un leve giro de modo que las extremidades se separen, las pelvis se unan y la hembra con los muslos abiertos acoja entre ellos la pierna del varón. La melodía ya no la siguen los pies, sino la cintura femenina produciendo, rítmicamente, el encuentro de su pubis con la parte superior del muslo ...
    ... masculino, cuyo rozamiento la hace cerrar los ojos y morderse el labio.
    
    Evidentemente al macho sólo le interesa su placer, y más aún ostentar el dominio que ejerce sobre la hembra indefensa. Si ella queda como una puta, si muestra su infidelidad, si manifiesta su bajeza, a él no le importa.
    
    Por supuesto que todos se dieron cuenta de esa obscena familiaridad, que yo simulé ignorar mirando para otro lado. Cuando regresaron a la mesa me disculpé con los presentes pues no me sentía bien.
    
    - “Querida, lamento arruinar la velada, nos vamos”.
    
    - “Quisiera quedarme un rato más”.
    
    Mi mirada seria, unida a un no tajante, fue suficiente para que se levantara y saliéramos. A partir de ese momento suspendí toda intimidad y por dos días no le dirigí la palabra.
    
    El hecho definitorio, para convencerme de la existencia de esa relación paralela, sucedió durante una cena en casa, solos los matrimonios. Iba por el pasillo a buscar vino cuando escuché a Sara y Lucrecia, conversando en la cocina, mientras esperaban lo que estaba en el horno. El tema de la charla me hizo detenerme y prestar atención.
    
    - “Sara, estás segura de lo que hacés”.
    
    - “No, no lo estoy, pero no puedo ni quiero cambiarlo”.
    
    - “No te censuro, pero hay que reconocer que es peligroso y hay mucho en juego”.
    
    - “Es verdad pero estoy entregada y necesito lo que me da. Ya fue así cuando estuve de novia con él. Nos separamos porque me dejó. Yo hubiera seguido atada sin revelarme”.
    
    - “Pero ahora estás casada y bien ...
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